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Enfermedad militarizada

La importancia de que las normas fundamentales del Estado sean iguales en todas las comunidades

La última vuelta de tuerca para cercenar aún más nuestras libertades, es que el gobierno haya dado permiso a las comunidades autónomas para poder someter a sus territorios al estado de alarma y habilitar a los militares en labores de rastreo de la enfermedad.

Los ciudadanos de este país hemos pasado en menos de seis meses de colaboradores a sospechosos y ahora a presas a las que hay que "cazar", todo esto siempre, por nuestro bien.

Déjenme que les diga que no queremos a los militares en las calles, ya los sacaron al principio de todo esto y algunos volvimos a sentir en la piel ese frío que no es fácil de definir, ¿es que el estado no tiene otro tipo de funcionarios para dichas tareas?

No creo que la misión del ejército o de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado sea este, más allá de dejar una imagen de firmeza y de fuerza.

Ni la Constitución ni las leyes del 81 amparan el poder dar estados de alarma a las comunidades como el que reparte cartas de una baraja (más que nada porque no estaba desarrollada las leyes autonómicas), ni los jueces pueden amparar o eliminar normas relacionadas con nuestras libertades dependiendo si están en Madrid o en Asturias. Las normas fundamentales de nuestra libertad han de ser igual en cualquier lugar del estado, por lo que se impone una aclaración contundente por parte del Tribunal Constitucional con carácter de urgencia.

Fuimos y somos machacados permanentemente por los medios de comunicación con miedo, amenazas y coacciones, sin una sola nota discordante, ninguno de ellos se salió del guión ya prescrito. Los medios y la política se retroalimentan y, en esta circunstancia, se notó como nunca, ninguno solicitó la dimisión del gobierno, tal vez esperando su desgaste, pero ninguno echó leña al fuego.

No hubo por parte de los medios opiniones que no estuvieran en el guión, ni opiniones disidentes ni discordantes sobre la mal llamada pandemia, se impuso el pensamiento único. El gobierno no dijo la verdad, desde el principio nos hizo creer que todas las medidas que se tomaban eran amparadas por un equipo de científicos, y esto no era cierto, pero es que además en una situación como esta no hubieran sido suficientes, a ellos habría que añadir economistas, sociólogos, y psicólogos, porque la salud de los ciudadanos no es sólo sanitaria, si no también social.

Pasarán años hasta que se recupere la confianza en el de al lado, psicológicamente nos sentimos prisioneros, sin futuro, ni fecha de salida en libertad, pero sobre todo el daño económico será permanente durante años, sino generaciones. ¿Cuántas llevamos perdidas desde el inicio de la democracia?

¿Hasta cuándo va a seguir el gobierno engordando esta bola de nieve que cada vez se hace más pesada y difícil de maneja? Piense que cuanto mayor sea, más capacidad tendrá de aplastar lo que se ponga por delante, a su gobierno... también.

Mantenella y no enmendalla no puede ser la solución de un gobierno sin ideas, apresado en sus propias limitaciones siempre esperando que la solución venga de Bruselas, París, o Berlín y sin más finalidad que la represión, como si el enemigo pudiera verse, como si no fuera a estar entre nosotros de por vida, como si no hubiera habido nunca otro igual, lamentable.

El gobierno no está a la altura del desafío, pero la oposición tampoco, no serán pocos los que piensen con un suspiro de alivio: "menos mal que les tocó a estos". Pero la oposición a la que en todo momento se solicitó su apoyo para las medidas tomadas no discrepó, no argumentó otras posibilidades, ni propuso otros caminos nada más fuera para que los ciudadanos supiéramos que había otras formas de afrontar este desafío del siglo XXI que fuera con métodos del XXI no del XX.

Este gobierno y este parlamento serán los responsables del mayor hundimiento económico y social desde el término de la dictadura. Solo nos queda apelar a la otra parte del estado de derecho, el poder judicial, solo ellos podrán reconducir una situación que a todas luces es cuanto menos, alegal, y volver a nuestro estado de derecho, devolviendo una legalidad que se ha perdido en medio de las amenazas y el miedo.

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