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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

La casa encendida

El Palacio Valdés reabre con una comedia punki de muerte y destrucción

Lo que hay en “Ira” es una comedia punki de muerte y destrucción y, además, un trabajo interpretativo de Gloria Muñoz que bordea la genialidad: la madre epifánica, la señora mayor que consume su soledad haciendo terapia con un grupo de anarquistas. Una delicia, créanme.

La locura de la noche en un piso de barrio emparenta el texto de Julián Ortega con el mejor Irvine Welsh, el de “Transpotting”, y, a la vez, con Luis Rosales, el de “La casa encendida”, “porque todo es igual y tú lo sabes”. O sea, “Ira” es realismo sucio y es neorrealismo, es sangre a borbotones a la sombra de Tarantino y es también la debacle social que solo se salva con los sueños. Todo esto junto sirvió para reabrir antes de anoche el teatro Palacio Valdés, en Avilés, cuarenta días clausurado por orden del Gobierno, como en la época isabelina. Cosas de la pandemia. Esto, el miedo al coronavirus, explicó la espectacular caída de público de la noche de estreno nacional, porque “Ira” inició su carrera comercial en Avilés, la que tiene que seguir en el Teatro Español de Madrid esta primavera. O el miedo al coronavirus o el hecho de que se estrenase un jueves (ayer hubo segunda función). O las dos cosas juntas. El caso es que las ausencias en el patio de butacas fueron notables. Y, pese a eso, todo él se puso en pie para aplaudir un espectáculo que rasga el corazón consiguiendo carcajadas.

Gloria Muñoz y Julián Ortega componen la familia desestructurada en la noche más salvaje de todas. Los dos se mueven a las órdenes de Dan Jemmett, que los lleva del telón de boca a una especie de casa de muñecas (diseñada por Vanessa Actif) que hace que la realidad sea un dibujo animado y la tristeza, alegría consumida.

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