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Francisco Sánchez

Vita brevis

Francisco Sánchez

Felices Pascuas

Villancicos populares y letras extravagantes

Ya se habrá dado cuenta de que en su ciudad o pueblo se han iluminado las luces de Navidad. Si tiene usted suerte puede que viva en uno de esos lugares donde nos alegran las calles de forma añadida con villancicos. Saben ustedes que esos cánticos son de lata y se repiten machaconamente durante todo el día. Suelen ser canciones populares que casi todo el mundo conoce, pero pocos se fijan en sus letras que, de primeras, muchas de ellas parecen totalmente surrealistas.

Escuchará usted aquel villancico tan popular que dice: “Hacia a Belén va una burra, rin, rin, / yo me remendaba, yo me remendé / yo me hice un remiendo, yo me lo quité, / cargada de chocolate. / Lleva en su chocolatera, rin, rin / yo me remendaba, yo me remendé, / yo me hice un remiendo, yo me lo quité, / su molinillo y su anafre. / María, María, ven acá corriendo / que el chocolatillo se lo están comiendo. (bis)” No me dirán que su letra no es una bonita locura. Mucho más si continúan con la segunda estrofa, en la que se cuenta que los ratones han roído los calzones de San José, y lo supremo, que es la tercera estrofa, que relata que los gitanillos han robado los pañales del niño Jesús. Supongo que esta última estrofa no la habrán escuchado por los altavoces públicos por causa de la censura de lo políticamente correcto.

En todo caso y como ven, este villancico ensalza esencialmente el valor del chocolate, que lleva la burra en su chocolatera, compuesta con molinillo y anafre, que es un hornillo. Es que el chocolate fue un producto que trajimos los españoles de América, como las patatas, los tomates, los pimientos, las alubias o el maíz, que acabaron siendo productos de consumo popular. Pero el chocolate fue durante mucho tiempo una exquisitez de lujo y de ahí que el villancico ponderara tanto a la burra que iba cargada de chocolate como gran regalo de Navidad.

También oirá otro villancico bastante popular que dice: “Ya vienen los Reyes Magos / ya vienen los Reyes Magos / al nidito de Belén. / Olé, olé, Holanda y olé, / Holanda ya se ve, ya se ve, ya se ve.” No me dirán que no es extravagante la letra de este villancico, porque ya me dirán ustedes qué pinta Holanda en este asunto de los Reyes Magos. Indudablemente tiene que ser otra cosa españolísima, de cuando Holanda era nuestra y nuestros tercios ponían una pica en Flandes, que era como aquí llamábamos a esas tierras bajas que incluían a Bélgica. Supongo, porque no conozco los orígenes de ese villancico, que se refería el asunto a que los Reyes Magos salían de donde supuestamente están enterrados en la catedral de Colonia y, claro y con tal supuesto, Holanda está a dos pasos de esa ciudad alemana.

Ya ven que nuestros villancicos más populares hoy parecen surrealistas e incomprensibles, pero que en realidad lo que hacen es remembrar nuestras antiguas glorias imperiales, que ahora aquí se consideran muy malamente por los correctísimos políticos de anacrónica moral. Supongo que, para ellos, son mejores esas otras canciones de Navidad anglosajonas, cargadas de herejías luteranas y calvinistas, que en América no dejaron ni un indio vivo porque, según su lema, no hay un indio bueno, sino el indio muerto. Así que también escuchamos aquello tan capitalista que dice: “Feliz Navidad, Feliz Navidad, / próspero año y felicidad.”

Vale, de acuerdo, pero aquí no se solía decir eso de: “¡Feliz Navidad!” La gente castiza de por aquí mayormente decía: “¡Felices Pascuas!” Además de aquello tan entrañable que decían nuestros mayores: “¡Que pase usted una buena noche, don Fulgencio!” Que ya era mucho desear, con las angustias que había para pasar cualquier noche estando de alquiler con derecho a cocina. Naturalmente, se respondía con igual educación: “¡Igualmente, doña Gertrudis, que tenga usted una buena noche con los suyos!”.

Bueno, señores, estamos a tiro de piedra de la Noche Buena y la Navidad, que es tiempo propicio para los villancicos, que ya ven que tienen bastante enjundia, aunque se acompañen con instrumentos tan rústicos como la zambomba, la pandereta y el almirez. En todo caso, les deseo a todos, al estilo antiguo, ¡Felices Pascuas!

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