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El rincón de la ley

La diosa Ciencia

Las interferencias que puede causar la libertad religiosa mal entendida en el progreso científico

Vaya por delante que la CE garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades otorgándole el rango de derecho fundamental mientras que la promoción por parte de los poderes públicos de la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general se regula jerárquicamente con rango inferior y como un principio rector de la política social y económica. Por tanto, nada más lejos que tratar de poner en cuestión o atacar desde esta glosa el ejercicio o desarrollo de derecho alguno contemplado en la norma suprema.

Para que entre estas dos visiones autónomas del mundo (ciencia-religión) se establezca, como ha de ser, un fructuoso diálogo y puedan considerarse como complementarias, la religión debe apartarse de las teorías ortodoxas, con intereses espurios y partidarios de interferir y adoctrinar en exceso en la sociedad civil, la vida pública y política y el estado social y democrático de derecho. Para la necesaria compatibilidad ha de aproximarse a las postulaciones de los grandes racionalistas y científicos como Einstein que creía en el dios de Spinoza: “Creo en el dios de Spinoza, quien se revela a sí mismo en una armonía de lo existente, no en un dios que se interesa por el destino y las acciones de los seres humanos”.

El panteísmo es una creencia o concepción del mundo y una doctrina filosófica según la cual el universo, la naturaleza y dios son equivalentes. La ley natural, la existencia y el universo (la suma de todo lo que fue, es y será) se representa por medio del concepto teológico de “dios”. Compatible con la teoría de la evolución de Darwin, con el Big Bang... No un dios con tesoros y riquezas, todopoderoso, capaz de otorgar el poder de resurrección y ser supremo que nos sitúe en una disyuntiva a cual más difícil de entender: su propia existencia con esa concepción o, si existe, cómo permite tales injusticias. En una acertada, altruista, alejada del fanatismo y el totalitarismo, tolerante, abierta, dinámica, ética... Filosofía de convivencia ciencia-religión.

La laicidad supone para el estado español que las ideas, las creencias o las convicciones ideológicas o religiosas en sí mismas consideradas no pueden entrar a formar parte de su propia naturaleza. Según la Ley Orgánica de Libertad Religiosa y el Tribunal Constitucional, el margen de control por parte del Estado de las decisiones estrictamente de carácter religioso realizadas por las autoridades eclesiásticas es muy estrecho y encuentra su límite en el ejercicio del propio derecho de libertad religiosa o en los demás derechos y libertades fundamentales.

La cuestión pretendida gira en torno a si ese ejercicio y desarrollo de derechos se extralimita en tanto y en cuanto se produce un choque entre ellos y se ven afectados atenuando los efectos de uno por el otro: la enseñanza religiosa en centros docentes públicos, la asistencia religiosa en centros públicos, en especial a las Fuerzas Armadas y en otros centros públicos análogos, la exención de determinados impuestos y tributos, la financiación pública (más de 11.000 millones de euros en 2018)...

Parece lógico y lícito que, cuando menos, se cuestione una tolerancia legislativa que permite excesos cuando la religión se opone al progreso de la ciencia, la donación y el transplante de órganos, las transfusiones de sangre, la medicina, dejar morir a niños enfermos o a las mujeres cuya vida es puesta en peligro por un embarazo inviable, las vacunas, la planificación familiar, los métodos anticonceptivos, la muerte digna...

Desarrollan neuronas artificiales para luchar contra enfermedades degenerativas, se crean órganos humanos a partir de células madre aptos para transplantar, la secuenciación del genoma humano... Es una evidencia que, si no se ponen palos en la rueda y, al contrario, se destinan los recursos y esfuerzos necesarios para ganar tiempo, en los próximos años veremos más avances que en los dos milenios anteriores; la digitalización facilita que la ciencia y la tecnología se dinamice exponencialmente.

Expertos auguran que podremos comunicarnos telepáticamente, las enfermedades graves como el cáncer serán curables en su totalidad, la esperanza de vida y con mejor calidad será mucho mayor, la edad será controlable biológicamente, se curará el envejecimiento e incluso la muerte no accidental será una enfermedad con opción a curarse.

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