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Avilés: de la literatura a las matemáticas

El abordaje de un problema compartido con otras muchas ciudades

La demografía es una variable muy estrechamente relacionada con la economía. Si ésta va bien, la población tiene una trayectoria positiva. Si da síntomas de debilidad o se produce una crisis, la población se resiente y evoluciona negativamente. Es lo que pasó en muchos territorios españoles, incluso espacios urbanos como la ciudad de Avilés.

La industrialización supuso un crecimiento fuerte que llevó el censo de unos 21.000 habitantes en 1950 a 86.000 en 1980. Después vino la crisis y la ciudad se estancó primero en torno a los 83.000-84.000 personas para retroceder en los últimos años a unos 78.000.

El proceso demográfico, mediatizado por la evolución económica, es claro: la inmigración deja paso a los retornos o a la salida de nativos, la natalidad baja por la pérdida de población adulta-joven y el envejecimiento aumenta ante la caída de la fecundidad y el aumento de la longevidad.

De ser un municipio joven, Avilés tiene hoy una estructura sobre envejecida por la importancia de la población octogenaria.

¿ Qué hacer? Conviene relativizar lo que algunos definen como un drama demográfico porque, al menos, es un drama compartido ya que muchas otras ciudades, incluidas bastantes capitales de provincia, tienen una situación parecida. Evidentemente, el mal de muchos no debería ser el consuelo de nadie, pero sí un acicate para promover auténticas políticas de estado (hoy inexistentes) a fin de frenar la situación de atonía poblacional en la que vive gran parte del país. Conviene decir también que revertir el crecimiento negativo no es tarea sencilla, pero tampoco es imposible.

Hay ejemplos de corrección demográfica en otros países europeos que pueden servir de referencia. El caso de las Tierras Altas de Escocia es uno de esos modelos a tener en cuenta. Estoy, por lo tanto, defendiendo la necesidad de implementar acciones que si no logran cambiar el panorama, consigan, al menos, frenar su deterioro.

En este terreno está casi todo inventado. Evitar que se vaya la gente o lograr que venga otra nueva exige una buena oferta de empleo con incentivos para las empresas y seguridades para los trabajadores.

A los jóvenes y a los que llegan hay que ofrecerles facilidades para el acceso a la vivienda y servicios en buenas condiciones (por ejemplo guarderías y colegios a las parejas con hijos). Hay que promover el emprendimiento, definir políticas de conciliación y establecer incentivos fiscales y económicos para las familias, evitando medidas anteriores como las del cheque bebé que solo tuvo un efecto calendario.

Son acciones, que me consta se plantea el Ayuntamiento, que para ser eficaces deben tener una apoyatura económica suficiente. En materia de política demográfica, lo importante es pasar de la literatura (las medidas) a las matemáticas (su aplicación real).

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