La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Fernando Álvarez Balbuena

Corriente alterna

Fernando Álvarez Balbuena

El Estado liberal-democrático

Desarrollos legislativos que se acercan más al aleccionamiento político que a la erudición

Todos los tratadistas de Ciencia Política definen al Estado Liberal Democrático con cinco notas características que lo tipifican y lo hacen parecer, desde el punto de vista de las derechas, como la forma de Estado más acorde con las reglas generales de convivencia política y social.

Dichas notas definitorias son las siguientes:

-Nomocracia, es decir, imperio de la ley fundamental (Constitución) sobre todo el resto de leyes y costumbres.

-Individualismo, porque el hombre (o individuo) tiene derechos naturales anteriores a toda ley positiva, y por tanto deben de ser escrupulosamente respetados.

-Elecciones: periódicamente establecidas para nombrar a los diputados representantes de la voluntad popular.

-Separación de poderes: para que legislativo, ejecutivo y judicial no se confundan en sus propias decisiones, ni interfieran unos en otros.

-Un sistema representativo voluntarista, o sea que represente las voluntades de los votantes, sin intromisiones ni presiones.

Todo ello queda muy bien sobre el papel y en los discursos de los técnicos y en las clases de los profesores, pero, en realidad el fundamento principal del liberalismo (y nos atrevemos a decir que también de cualquier otro sistema), es la educación popular.

Y al decir educación, queremos hacer una distinción fundamental entre “educación” y “erudición”, porque ambos conceptos, perfectamente diferentes y diferenciables, tienden a confundirse en la práctica, y así, las ocho leyes de educación que venimos padeciendo en los últimos treinta y cinco años, parecen pretender más el aleccionamiento político y la diferenciación de las diecisiete Españas que la verdadera educación del estudiante y, en cuanto a la erudición, tampoco parece que sean un faro de conocimientos, dada la escasa puntuación que alcanzamos en los foros de Bolonia y otros.

Pero volviendo a nuestro tema de hoy, que es la educación como base y sostén de una sociedad avanzada, la desidia oficial y el poco aprecio social que se le da, hace que cada vez más perdamos las formas y echemos por tierra todo el sistema de valores que la civilización occidental nos ha legado. Y, desgraciadamente, aún en los hogares tradicionales ha penetrado esta dejación de formas y aptitudes que hacen que el lenguaje popular sea cada vez más chabacano y más lejano a aquello que es la verdadera educación.

Y no es extraño, porque el ejemplo que dan nuestros políticos en las sesiones parlamentarias, es verdaderamente intolerable, con insultos y con expresiones que los rozan y, aunque otra cosa se crea, estas sesiones vistas en televisión, tienen una influencia notable e indeseable en las conductas posteriores de los televidentes.

En suma: gracias también a la pérdida de los valores familiares consecuencia lógica de los tiempos, en los que el hogar es poco más que una pensión, ya que padre y madre en virtud de la igualdad, trabajan fuera, y así el viejo refrán: “Al colegio se viene a estudiar y aprender, la educación se trae de casa” ha perdido toda su validez.

Consecuentemente si queremos un estado de libertades es necesaria una profunda reforma de educación y costumbres, porque a mayores libertades, mayor educación.

Lo contrario es la barbarie.

Compartir el artículo

stats