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La columna del lector

“Cuca la Montañesa” no tiene quien le entregue una carta

Quizás nos resulte exagerado titular este suelto parodiando el de una premiada novela de García Márquez, puesto que si en ella se habla de un valeroso y angustiado coronel que “no tiene quien le escriba”, aquí se trata de una carta depositada en un buzón de Correos, que no llegó a su destinataria, “Cuca la Montañesa”, una vecina de Luanco que goza de generales simpatías, incluso fuera de Asturias.

Ocurre que, aprovechando el simulado confinamiento pandemial por el que atravesamos, me estoy dedicando a ordenar mis no escasos papeles y, en mi condición de más que octogenario periodista –de cansado recorrido– me encontré con un escrito publicado hace nada que ¡treinta y cuatro años!, donde hacía entonces, algunas consideraciones como la que va a continuación: “Mi debilidad preferencial por Luanco tiene, además, una base excepcionalmente sólida, puesto que a lo largo de la temporadas veraniegas que disfruté en la villa, fui catequizado por la sin par “Cuca la Montañesa”, depositaria como nadie de todo el ser y estar de las gentes luanquinas, de esas buenas gentes que mantienen a todo trapo un modo de ser peculiar”.

Dicho muy resumidamente todo lo anterior y con motivo de su presencia hace unos días en un largo espacio televisivo del que fue principal protagonista, envié a “Cuca la Montañesa” una carta de amistad y afecto con la siguiente dirección: “Pocos saben de su nombre; / pero todos pronuncian su apodo. / Vive en tierras de Gozón, donde por ser muy querida / han hecho de ella un icono”.

Pues ni un factor opinablemente claro ni otro factor de signo más o menos parecido, ni la innegable popularidad de la destinataria de la misiva, ni la forma literaria para localizar su domicilio, sirvieron de pista al señor cartero de turno que, en una muestra de dudosa profesionalidad devolvió el encargo aduciendo por todo razón este burocrático texto: “señas insuficientes”.

Y es al llegar aquí cuando resulta casi inesquivable volver al comienzo del presente comentario para hacer un pareado entre un prestigioso militar de Colombia, anclado en el olvido por la falta de atención escrita y una muy conocida ama de casa de Luanco, que va a ver incrementada en adelante la corriente de cordialidad que la acompaña, debido, paradójicamente, a la falta de interés del empleado postal. Ello, salvando las lógicas distancias, claro.

Nota aclaratoria. El envío de cartas dentro de un sobre franqueado con un estilo poético-enigmático, dicho así para mejor entendimiento, no resulta original. Era costumbre hace años para probar la agudeza de los carteros, y en tal sentido se cuentan jugosas anécdotas.

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