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Francisco Sánchez

Vita brevis

Francisco Sánchez

Los idus de marzo

Del complot para asesinar a Julio César a las maniobras para desbancar gobiernos en Murcia y Madrid

En el primitivo calendario romano los años empezaban a contarse en el mes de marzo, porque en él comenzaba la primavera y, con ella, se iniciaba un clima más propicio para emprender las campañas bélicas. No en vano este mes se llama marzo, como mes consagrado a Marte, dios de la guerra.

En sus orígenes, el calendario romano tenía un fundamento lunar, de cuya reminiscencia quedó la celebración de determinados días, como son los idus, que coincidían con la Luna llena y que unos meses se fijaban en los días 13 y, en otros, como en marzo, en los días 15. Los idus se consideraban como días de buenos augurios y en ellos se llevaba a cabo una ceremonia religiosa en la que se conducía en procesión una oveja, que al final sacrificaba el Flamen Dialis, que era el sumo sacerdote de Júpiter. Esta festividad era especialmente celebrada en los idus de marzo, con la participación en comidas campestres y otros jolgorios públicos por todo el pueblo, a modo más o menos de como ahora se celebra la comida en la calle de las fiestas de El Bollo de Avilés.

A pesar de que los idus fueran considerados como días de buenos augurios, los idus de marzo han pasado a lo historia por un suceso de todo lo contrario, sucedido en el año 44 antes de Cristo, que se ha recreado en lo literatura, especialmente por Dante y Shakespeare. Aconteció que Julio César había retornado de Egipto, acompañado por la famosa Cleopatra, con la que había ligado y tenido un hijo, al que llamaron Cesarión, lo que no le impidió seguir visitando a Servilia, que era dama de buena familia y su fiel amante de toda la vida. Alguien, un día, avisó a César, diciéndole: “Cuídate de los idus de marzo”.

Llegado el día, Julio César se dirigía al Senado y encontró de nuevo al que le había avisado, advirtiéndole jocosamente que ya eran los idus de marzo y no había pasado nada. El hombre le respondió que aún no había concluido el día. Y, en efecto, al llegar un grupo de senadores lo cosieron a cuchilladas. Fue cuando algunos cuentan que César dijo aquella frase famosa de “Tu quoque, Brute, fili mi”, que viene a ser “Y tú también, Bruto, hijo mío”, o en otra versión “Et tu, Brute”, que significa “También tú, Bruto”.

No es que Marco Junio Bruto fuera hijo de César, aunque había mentideros donde especulaban con ello, porque era hijo de Servilia y, por ello, le tenía en mucha estima. Pero Bruto era descendiente de una familia que tenía por orgullo haber participado en deponer al despótico y último rey, Tarquino el Soberbio, siendo ferviente defensor del régimen republicano de Roma. Por eso participó en la conspiración para asesinar a César, ante el peligro que existía de que éste pretendía obtener poderes absolutos y acabar coronarse como rey, porque que fuera promiscuo a nadie le importaba, que ya los legionarios decían: “Cuidaos, que traemos a un calvo adúltero. El marido de todas las mujeres y la mujer de todos los maridos”.

Desde entonces los idus de marzo se miran de reojo. Seguramente por ello y por si las moscas, el samuray Iglesias, don Pablo, renunció a su vicepresidencia, demostrando así a posibles conspiradores que no se aferra a los grandes poderes, contentándose con pretender mandar un poco en la taifa de Madrid.

En estos idus de marzo otros han urdido una conspiración para apuñalar políticamente a un tal Miras, que gobierna la taifa de Murcia. Pero ni comparación con aquella en la que participó Bruto, porque se les vieron los cuchillos y las facas a gran distancia, dando tiempo al interfecto para que desbaratara el complot. Más chapucera fue la conspiración que pretendía en estos idus de marzo darle matarile a la chica mona de Madrid, que doña Ayuso se anticipó disolviéndolos y mandando a casa a los Brutos de su pueblo antes de que afilaran las navajas.

Se ve que ahora nuestros gobernantes aprendieron de lo que le pasó a César y se cuidan de los idus de marzo, que hasta don Adrián Barbón, que es de Laviana, no recibió a los trabajadores de Alu Ibérica, por si acaso.

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