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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Lope de Vega, entre todas las mujeres

Lope de Vega, a la vez que escribía sobre mujeres libres y estudiadas, determinaba que todas ellas, todas sus criaturas, tenían un final tan transparente como el matrimonio o la castración. Pero es que Lope es un señor de su época, la que va de 1562 a 1635. Un tipo grande, sí, pero tan grande como antiguo. Dijo Juan Pérez de Montalbán, su primer biógrafo, que había escrito la de Dios. Contabilizó esto y todo: dos mil y pico comedias entre pitos y flautas. Pero igual se pasó. Yolanda Pallín, la autora de “Querella de Lope y las mujeres”, que se representó antes de anoche en el Centro Niemeyer, habla sólo de un millar. “A dos mujeres por comedia, dos mil”. Esto lo dice Carolina Calema, la tremenda protagonista de la comedia que reprogramaron en el auditorio del complejo cultural dentro del ciclo Off Niemeyer.

Yolanda Pallín propone que Calema le eche una bronca a Lope de Vega por no haber sido capaz de mantener a sus mujeres en el lado salvaje de la libertad. Pero luego, lo reconoce, dice que es un señor antiguo y que se le nota. Pallín no puede evadirse del sentido común. Y hasta del análisis entrópico de la dramaturgia del Fénix de los Ingenios, que era como se llamaba a Lope en su época. El semiótico Umberto Eco explica que la alta entropía, el alto desorden de la información, contribuye al crecimiento de las lecturas y relecturas. O sea, que las pelis de Esteso y Pajares, con poca entropía, con un visionado basta. No sucede igual con Lope. Con Shakesperare. Y demás. Por eso viven y no mueren.

“Querella de Lope y las mujeres” no sólo es grande por la bronca que recibe Lope. Lo es porque Carolina Calema, la actriz única de la comedia, es tan gigante como para hacer de Laura, de Fenisa, de sí misma, de todas las mujeres de Lope. Que el problema no está en él, que está en su época. Que Lope decide casar a todas las criaturas femeninas que echa a andar después de imaginarlas. Lo resume Calema convertida en bululú (actriz única capaz de representar todos los papeles): “Me gustan los hombres, lo que no me gusta es necesitarlos”. Y eso es lo que no mola de él. Lo que sí que mola es que, aún así, fue capaz de escribir todo lo que escribió. Y tan bien.

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