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Juan García

Coleta de mentira

Una malograda aventura política que destapó los sueños de un engañador

¿Quién está agitando el bote? En principio la pregunta, sin conocer lo que a continuación le contaré, será difícil que la pueda responder. Sin embargo comprobará, como enseguida y una vez conozca lo que seguidamente le propongo, será muy fácil contestar.

Sujete un bote cualquiera e introduzca en él, un buen puñado de hormigas negras junto con otro de hormigas rojas. Ciérrelo y observe durante un tiempo como nada pasa. La convivencia entre unas y otras es normal. Pero si de repente usted decide agitar con virulencia el bote, las hormigas negras creyendo a las rojas sus enemigas y viceversa, comenzarán a matarse entre sí. Convendrá conmigo que el verdadero y único enemigo de las hormigas es usted, que sin motivos aparentes que convenzan, decide agitar violentamente el bote.

En la sociedad en la que vivimos, sucede algo por el estilo. Mujeres contra hombres y viceversa, izquierda contra derecha, ricos contra pobres, jóvenes contra viejos, alumnos contra maestros, fe contra ciencia, apóstatas contra religión. Se ha preguntado usted, ¿quien está meneando el bote en los últimos tiempos en el mundo?. Centrémonos en España por acotar el territorio, ya que la maliciosa idea subyacente forma parte de la globalización.

Hace aproximadamente seis años, nació en España el movimiento conocido como 15M. Si bien es cierto, sus cabecillas ya venían avezados en la instrucción a las masas de sus globalizadoras e inquietantes ideas (en las universidades de modo especial) desde hacía bastante tiempo atrás.

Emerge entonces de forma minuciosamente estudiada, un icono en forma de un buen manto de pelo recogido a modo de coleta, seña identitaria de todo lo que en adelante queda por llegar. Protagonista, líder y centro de atención del acontecer político del momento –con no pocas dificultades y desavenencias internas en el flamante movimiento– comienza a agitar el bote, desde luego no tan bruscamente como usted lo hizo anteriormente, cuando le puse el ejemplo. Esta vez, de forma sibilina, maléfica y torticera, llega el icono en forma de coleta, al corazón de España. Llega al mismísimo Gobierno de la Nación, después de pasarse la promesa de su lealtad al Rey, por salvo sea la parte. Tiene la oportunidad, por otra parte, de conocer algo de tan enorme sensibilidad y trascendencia como es el CNI y adentrarse, al mismo tiempo, en las cloacas del Estado, de las que tanto rajó. Sean ustedes conscientes que el icono –de forma coyuntural– sigue paralelamente agitando el bote suavemente y nutriéndose de sensible información.

Sus esbirros, por otro lado, entre agitar las calles, reventar actos políticos, promocionar y difundir lo que llaman lenguaje inclusivo –que no es otra cosa que un atentado en toda regla contra la lengua española– y alguna que otra genialidad van contribuyendo a que los ciudadanos cada día estemos más enfrentados y radicales. Agitando el bote ¡vaya!

Fíjense que hasta ahora hablo de un icono, sin mencionar nombre propio alguno. Sabrán por qué más adelante.

Importante. Mientras todo esto acontece, la caja del falso icono no para de recibir ingresos; pese a las innumerables falsas promesas y mentiras que acerca de sus inmerecidos haberes cacarea cada vez que tiene oportunidad. Tan inmerecidos como los de su manceba, ocupada especialmente en cuestiones que afectan al lenguaje inclusivo y a criar un buen número de hijos que el machito alfa le procuró.

Por falta de espacio no puedo pormenorizar tanta vergonzosa fechoría, pero no puedo dejar pasar por alto, su encubierta y estudiada destitución en el Gobierno, la cual creo perfectamente determinada y diseñada, muchos meses antes. Total, los beneficios económicos que se devenguen por esta maliciosa y concienzudamente malograda aventura, están garantizados a perpetuidad. Así que, qué más da cual sea el final.

Pero este final, de alguna manera esperado, no podía estar más cantado. Una vez cumplidos los sueños del vago engañador con vocación de niño pijo, pues ahora va y se corta la coleta.

Se cae el mito, se cae el icono. Cuánto desengaño, cuánto cadáver por el camino, cuánto odio, cuánta maldad, cuánta mentira; por ser, hasta la coleta era mentira.

Creo que esta vez, se lo he puesto fácil.

¿Saben ustedes de quien hablo?

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