Que Asturias tiene un problema demográfico no creo que sorprenda ya a nadie y que Avilés sea de todas las ciudades asturianas la que posee una población más envejecida, por desgracia, tampoco; el tramo quinquenal con más habitantes de nuestra villa es el que va de 55 a 60 años y uno de cada cuatro habitantes es mayor de 65 años, convirtiendo a nuestra ciudad en una de las más envejecidas no solo de España, sino también de Europa.

En Oviedo y Gijón, las otras dos grandes urbes regionales, el cénit poblacional se logra en 2011. Para encontrar el de Avilés nos tenemos que remontar al ya muy lejano 1981; es decir, nada más y nada menos 40 años atrás.

Hay un factor que hace particularmente difícil de entender la situación de nuestra ciudad: la continua creación de empleo, que especialmente en el último lustro se ha producido alrededor de nuestra urbe. En otras partes de Asturias la destrucción de empleo es la clave del declive demográfico, pero en nuestro caso, y especialmente en los últimos años, ese argumento carece de validez. La creación de empleo no trae consigo el ansiado aumento poblacional, y ante esta evidencia surge una lógica pregunta : ¿cuál es el motivo de esta anomalía? Una de las causas probadas es que los trabajadores venidos aquí de fuera de Asturias, en su inmensa mayoría no eligieron Avilés como su residencia en Asturias; es decir, trabajan en Avilés pero no residen aquí.

La clave de ese desarraigo territorial hay que buscarla en la política del Ayuntamiento para la atracción de esos trabajadores, que es nula. Pasa factura el hecho de no haber sido capaz de hacer de Avilés una opción atractiva para escoger su residencia, una ciudad que a pesar de gozar de indudables atractivos –su ría, el casco histórico muy bien conservado y la hospitalidad de sus gentes…– no ha sido capaz de solucionar en los últimos 40 años sus grandes retos: el soterramiento de las vías, la ronda Norte o la mejora de las entradas a la ciudad, por no hablar de la renuncia a dar la batalla en abrir nuestra ciudad al mar, sin duda el gran reto pendiente. Estos fracasos rotundos de gestión de ciudad han provocado que la foto de Avilés pierda calidad de vida para sus habitantes y atractivo para los posibles futuros residentes.

Nadie puede negar que en prácticamente la totalidad de todo este tiempo han coincidido en los gobiernos de la ciudad, la región y la nación ejecutivos socialistas que han sido incapaces de solucionar estos grandes retos más allá de parches parciales o soflamas propagandísticas; la realidad es que jamás han consignado las partidas presupuestarias necesarias para obtener soluciones reales, yendo estas partidas siempre a parar a otros puntos de España o de Asturias.

Avilés necesita un cambio, necesita ilusionarse, coger las riendas de una evolución que logre invertir la tendencia y desde esa ilusión y la transformación de la ciudad se logre poner freno a esa caída poblacional.

Porque con unos mimbres viejos jamás se hizo una cesta nueva, Avilés necesita un cambio #OtroAvilésEsPosible.