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Carmen Nuevo

Ya falta menos

El anhelo de sentir próximas a las personas cercanas

Ya falta menos, afortunadamente ya falta menos para que mis pies sientan de nuevo las aguas dulces de salitre tan paradójicamente mediterráneas, para pasear junto a la blanca farola y sentirme acompañada por todas las gaviotas del sur. Ya falta menos para que nuestro querido amigo Juan Carlos Mantilla, nos cuente nuevas y pasadas historias de Marbella o Torremolinos o nos hable de su inminente novela.

Ya falta menos para adentrarme en teatros y museos, para saborear la cañas en el Barrio de las Letras, para risas y recitales, para bulevares al caer la noche o para alcanzar el Retiro con mis nuevos amigos y hablar de casas iluminadas.

Ya falta menos para llanuras, panes de hogaza, versos en el Ágora, aromas secos y puros, magias profundas, vergeles y castillos, para visitar a Agus, Antonio y Felipe para acercarme a vosotros y veros de nuevo.

Ya falta menos para Murcia y Alicante para Maykel, Christian o Beatriz, para el reflujo dorado de las cosas.

Ya falta menos para visitar la finca, para pasar un fin de semana con nuestro niño de aire y fluir y nadar y percibir que ya no duele el alma bajo todas la lunas llenas, porque pródigos somos y amanecemos teñidos de azul, porque hemos sabido huir de la oscuridad hacia el lado cándido de las cosas, pero también a través de la sabiduría y de hacernos más viejos nos contagiamos de fuerza, porque aunque estemos llenos de tormentas ansiamos la paz de este horizonte de vida que se presenta –ya falta menos– ante nuestra tez descansada y morena.

Ya falta menos para reunirnos en esa próxima quedada, ¿verdad, Susana? Para ver a Raquel, a Javi, a Eloy, a Chusina, que quizás de nuevo regrese desde Alemania…

Pero sobre todo, ya falta menos para poder abrazarte delicadamente como si fueses de tul y contarte miles de palabras de perlas, millones de palabras dalias y geranios y disipar este nudo en la garganta que ahora siento que se hace gigante, porque ahora ya sí, ya sé que falta menos para poder abrazarte y para volver a soñar juntas disipando todas las sombras que nos han atenazado y para volver a girar olvidando las tardes más sombrías, ahora que la felicidad se ha vuelto relámpago, ahora que ya se oyen las campanas y han regresado todos los barcos.

Ya falta menos para alcanzar la música y el alma. Afortunadamente ya falta mucho menos para sentir de nuevo tus manos en las mías.

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