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La columna del lector

Naturaleza en tiempos de covid

Soy pintor local. Por fin, he conseguido tener una visión global del concepto de naturaleza muerta, alejado del clásico bodegón de frutero, manzanas y peras adornado con alguna perdiz abatida acompañada por una liebre en actitud pasiva con un ojo cerrado y el otro entreabierto con una lágrima cayéndole hasta la nariz. El concepto, es algo parecido, pero distinto y creo que muchos no se han dado cuenta todavía.

Soy vecino. Por fin creí haber tenido un piso perfecto, al que me mudé antes de la pandemia y en el que pensé que todo sería maravilloso, dado que se trataba de una vivienda exterior, con unas vistas espléndidas al río y a las escasas zonas verdes de la vereda del mismo, con unas fantásticas vistas que me permitirían poder sentarme a pintar este increíble rincón verde, en medio de un paisaje industrializado en el que ya empezaba a notarse decaimiento, como un oasis, rodeado de truchas, garza, búhos, ánades reales, palomas, insectos y abundante arboleda y vegetación, palmeras centenarias, fresnos y saúcos, que realzaban aún más el espejismo de pensar en una oportunidad para todos... en un sueño viviente imposible que se mantenía así desde mi más profunda infancia.

Soy espectador. Tras la pandemia, han otorgado permisos para la instalación de terrazas hosteleras en este pequeño paraíso, destrozando el hábitat de estos animales ante la impasividad vecinal. Ayer mismo, proseguían las obras de otra más... último reducto y bastión de la vera, el camión municipal y la mini pala, destruyó este pequeño espacio adoquinado al río, que ahora es un pedrero, como símbolo de la victoria indirecta de los intereses especulativos en un encubrimiento de este viaje que vivimos... hacia un futuro incierto.

El autillo, jamás volverá a anidar en este espacio, aprovechando la antigua ruina, las truchas del cauce desaparecen debido a las porquerías y restos de vasos, envases, palillos, servilletas, bolsas, latas y papeles de las comandas; mientras que las palomas que buscan su espacio vital, son golpeadas por los clientes al considerarlas como plaga y no como animales comunitarios del hábitat, desde mucho antes que estuviesen ellos.

Soy consciente. ¿Quién esta ganando aquí? ¿Qué mueve todo esto? Si hablamos del principio del fin y de la vacunación colectiva ¿Por qué se prosiguen instalando terrazas exteriores en zonas verdes y de tránsito público?

Por encima del precio de la pandemia, el que estamos pagando todos... hay un precio que es el de facturar y seguir haciendo daño... no hemos aprendido nada.

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