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La columna del lector

En memoria de un radiólogo sobresaliente

Se nos fue sin avisar, discretamente, como todo lo que hacía en el hospital dentro del campo de su especialidad y pasión: la radiología. Sí, Ramón Delgado, era una persona discreta, pero no por ello era un radiólogo discreto, era un radiólogo sobresaliente pues todo lo hacía bien y además en tiempo y forma, cosa fundamental dentro de su especialidad, ya que prácticamente, todas las especialidades del Hospital giran en torno al servicio de radiología y la prontitud en sus respuestas es fundamental; asimismo dominaba múltiples campos de la radiología.

Pero si una cualidad humana tenía Ramón en el desempeño de su trabajo era la amabilidad; siempre dispuesto a ayudarte y a dar salida a cualquier petición que le hicieras, aparte de las actividades protocolarias.

Era mi radiólogo de cabecera, y cuando yo tenía una duda en las imágenes radiológicas o cuando tenía un paciente que, a mi juicio, precisaba una prueba radiológica en un tiempo menor del habitual, acudía a Ramón y él, sin dudarlo, me daba una fecha sobre la marcha o me explicaba las imágenes que yo no era capaz de interpretar, todo ello por el bien del paciente.

Hace unos días me cruzaba con él en el pasillo de su departamento, cosa habitual, ya que paso por el mismo todos los días rumbo a mi consulta; nos saludamos como siempre y le hice un comentario jocoso, se rió y los dos seguimos nuestro camino rumbo al tajo.

Fue mi última imagen de Ramón, radiólogo de referencia en el Hospital San Agustín

Descansa en paz, compañero, nos veremos en el más allá, donde seguiremos comentando los avatares de nuestra profesión.

P.D. Un abrazo fuerte a su mujer y al resto de su familia, a los cuales no he tenido el gusto de conocer, pero imagino serán tan buenas personas como Ramón.

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