Del martes al jueves se dan cita en los Cursos de La Granda una docena de especialistas de primer rango para debatir sobre la recién aprobada Ley de la eutanasia y sus consecuencias. Médicos, juristas, filósofos y teólogos pondrán en común sus puntos de vista sobre un asunto de vital importancia. Entre ellos, quien fuera miembro fundador y presidente de la Sociedad española de cuidados paliativos y el presidente del Comité de Bioética de España.
El pasado 25 de junio en España la eutanasia pasó de golpe de ser un delito a ser legalmente un derecho. No es así casi en ninguna parte, ni en Europa ni en el resto del mundo. ¿Iremos por delante de casi todos en el desarrollo de las libertades y de la justicia? ¿O se habrá dado un salto mortal hacia atrás en el cuidado de los débiles, la solidaridad y la autonomía de la sociedad civil?
La cita de La Granda aportará seguramente respuestas a estos interrogantes, nada tranquilizadores. En todo caso, el mismo hecho de que se abra un espacio de debate interdisciplinar, riguroso y sereno sobre el tema ya es muy de agradecer. Ha llamado muy negativamente la atención que los legisladores hayan introducido en nuestras leyes un cambio tan sustancial y peligroso de modo bastante apresurado, sin debate social y sin haber escuchado prácticamente nada a los más concernidos, como son los médicos, los bioeticistas, los titulares de centros sanitarios y de hospitalidad, así como las mismas asociaciones de mayores, enfermos y lesionados.
La Ley dice que sólo se ejecutará intencionadamente la muerte de quien lo haya solicitado con una petición informada y reiterada. Pero ¿puede estar bien “informado” quien ni siquiera conoce los avanzados cuidados paliativos e integrales de los que hoy disfrutan casi sólo algunos privilegiados? ¿Sabe que los pocos de estos que habían pedido la muerte han dejado de hacerlo cuando han sido bien cuidados? Sólo este hecho lacerante de que se haya dado prioridad a la eutanasia sobre el cuidado hace saltar la alarma sobre la adecuación moral y social de una legislación tan poco consensuada y tan contraria al sentido ético de nuestra cultura.
