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Aurelio González Ovies

Números de carne

Tiempos para ser una cantidad transitoria de nada

Todo en nuestras vidas son cifras. Desde que nacemos el día tal del tal para morir el día cual del cual, somos, en muchos lugares y ocasiones, un número más, un número que nace, crece, enferma y muere y descansa sin pena ni gloria en la calle no sé cuánto del cementerio cinco. Un número sencillamente en los pupitres del colegio, donde te enseñan a manejar los números. Un número más, hoy más que nunca, en las colas de la carnicería, de la pescadería, del paro, de los bancos y oficinas de cualquier entidad. Somos un número en un juicio y en un autocar; en las camas y quirófanos de los hospitales y en las consultas de los médicos y de los abogados.

En infinidad de circunstancias pasamos de ser persona a ser un número. En una rifa, en un aeropuerto, en una lista de espera, en una candidatura, en un baremo, en una relación de aspirantes a, en una memoria de no admitidos, en una ficha policial, en una declaración, en el dentista, en una revisión de la ITV, en un examen, en una seriación, en una hipoteca: barato número para elevada cantidad; en el restaurante: los cuartos del turno dos para la mesa tres… Más que carne de humano, somos dígitos, guarismos. En la parada de un taxi, en la cita con cualquiera un día de tantos, de un mes corriente de un año más. Número, puro y duro.

Posiblemente nos cansamos de ser, más que un ser, una cantidad transitoria de nada. Pero es que si en los tiempos que corren nos desposeen de los números, quedaríamos vacíos. Imagínense ustedes que nos privan del número del DNI o de ADN o de NIF, o del número de cuenta de la libreta de ahorros, o del número del talón o del de acceso a la parcela o al portal de casa; o del de la matrícula del coche, o del PIN y el PUK de tantas y tantas tarjetas de todo tipo. O que nos despojan del número de la clave para abrir y cerrar la caja fuerte o del número de domicilio. O del de la cuenta de Internet y el de la contraseña de inicio. Piensen por un momento que nos anulan el número de móvil y la cifra a percibir en nómina. Absolutamente nada.

Únicamente volveríamos, acaso, a la proximidad de la ‘nada’ original, que está más próxima al ‘algo’ que la otra nada numérica de material inventariable, si nos liberaran del número de recibos, de las cantidades de deudas, del número de intereses por los que muchos se interesan por nosotros… Pero eso sería imposible, porque no somos más que restos, números rojos, números de carne.

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