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Milio Mariño

Legalizar el asturiano

Sobre la cooficialidad y los argumentos de quienes se oponen a ella

Llevo un tiempo que no salgo de mi asombro ante la cantidad de artículos que, en este y otros periódicos, se oponen al reconocimiento del asturiano como lengua cooficial. Excuso decirles que no comparto esas opiniones, pero me propuse resistir a la tentación de escribir sobre el tema y resistí hasta que no pude más con la cantidad de bulos y mentiras que se utilizan para construir un discurso que, si le quitamos esos falsos cimientos, se cae por su peso absurdo y, si me apuran, hasta ridículo.

De todas maneras, cualquiera puede estar en contra de que se reconozca la oficialidad del asturiano sin tener que dar explicaciones por ello. Faltaría más. Lo curioso es que quienes sí quieren darlas, en unos casos, opinan sin ningún rigor y con total falta de respeto a la verdad y en otros con tanta hipocresía y cinismo como lo hacen algunos políticos que rechazan, en Asturias, lo que abrazan cien kilómetros más allá.

Así que no me quedó otra que hacerle caso a Karl Popper y seguir su consejo. Según el filósofo, quienes defendemos la libertad tenemos la obligación de defender la pervivencia de una sociedad tolerante ya que si no lo hiciéramos los intolerantes acabarían con la democracia. Acabarían con algo tan fundamental y preciado como son los derechos y la libertad que nos dan.

Al parecer, aún hace falta que recordemos que la ley de la eutanasia no nos obliga a morir. La del aborto no nos obliga a abortar. El divorcio no nos obliga a divorciarnos. El matrimonio igualitario no nos obliga a casarnos con una persona homosexual. Y el reconocimiento del asturiano, como lengua cooficial, tampoco nos va a obligar a que hablemos de otra forma que no sea la que queramos. Quien quiera hablar en castellano podrá seguir haciéndolo porque nadie se lo va a impedir. Estamos en las mismas que en los ejemplos anteriores. ¿A qué viene entonces esa furibunda campaña contra el reconocimiento del asturiano?

Debe venir, supongo, de que no todos mostramos la misma actitud frente a las ideas de los demás. Los hay que, por encima de todo, quieren que prevalezcan las suyas. Eso explica que les moleste que los asturianos que lo deseen puedan expresarse en lo que consideran su lengua. Les molesta y se oponen a la oficialidad porque entienden que la democracia les permite oponerse a la libertad del otro. Costumbre que practican a menudo pues coincide que quienes se oponen al asturiano vienen a ser los mismos que se oponen a cualquier ley que signifique progreso.

No creo que lo hagan a mala fe. Creo que desconocen lo que es un derecho y que tal vez no saben que en marzo de este mismo año el Tribunal Constitucional se pronunció a favor del uso del asturiano. Vox interpuso un recurso y los jueces del Tribunal Constitucional dictaron una sentencia en la que dicen: “Es especialmente adecuado hablar asturiano en el Parlamento Regional porque garantiza y visibiliza esta realidad lingüística plural”. Y en esa misma sentencia añaden: “Para una defensa más sólida haría falta la legalización de la cooficialidad”.

La sentencia es muy clara. Y, como estoy convencido de que quienes se oponen a la legalización del asturiano son personas de bien que están a favor de cumplir la legalidad, se me está haciendo muy raro que no acepten adecuar a derecho una situación irregular.

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