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Rubén Martínez

Crítica / Música

Rubén Martínez

Swing e improvisación

Un cierre del “Fifty-Fifty” de esencia pura del jazz

Cierre del primer Festival “Fifty- Fifty” de Avilés con un broche de lujo, agradeciendo de parte de sus responsables a todas las personas e instituciones que han facilitado durante estos días la celebración con normalidad y poder ser una pata más a la ya extensa oferta cultural de la ciudad de Avilés.

Swing e improvisación

Tras el recital poético “La música de las lenguas” con Yolanda Castaño, Elisa Rueda, Txema Martínez y el asturiano Pablo Texón, se inició el último concierto del festival formado por el dúo de Ignasi Terraza y Horacio Fumero, presentándose como “Fifty – Fifty” de su cuarteto habitual, y reconociendo no ser poetas, pero si músicos. Juntos volvieron a poner en valor los dos sellos de identidad del jazz: el swing y la improvisación.

El dúo formado por estos dos grandes músicos de largo recorrido tiene su origen con el mismísimo Tete Montoliu, siendo Horacio, a su llegada a Barcelona, el bajista de su trío desde 1980 hasta el fallecimiento de este en 1997.

Por su parte Ignasi, con una clara semejanza con Montoliu, al quedarse ciego con diez años, y ya siendo estudiante de piano en el conservatorio, acude a varios conciertos de Tete por la curiosidad de saber cómo una persona ciega era pianista de jazz. En uno de ellos se atreve a acercarse y preguntarle: ¿Qué era el jazz, como podía tocar siendo ciego? A lo que este le respondió que el jazz para el no suponía ningún problema con las partituras ya que se basa más en la improvisación.

Terraza durante su carrera ha publicado más de treinta discos en nuestro país y ha acompañado a artistas como Frank Wess, Lou Donaldson, Benny Goldson o John Faddis. Aunque hay que recordar también que es la primera persona ciega de España en licenciarse en Informática de la que vivió y trabajó durante cuatro años hasta dedicarse profesionalmente a la música.

Comenzaron la sesión con “Django” (1954) de John Lewis, un estándar de jazz tributo al guitarrista Django Reinhardt. Le siguieron dos composiciones propias: “Temps de canvis” de su disco “Sol_it” y “The end of a love affair”, compuesta con el saxofonista Toni Solà.

Llegó el turno para un solo del Fumero con su viejo bajo de una interpretación cercana a la música popular argentina, propios de las planicies santafesinas, en las que Fumero nació y se crió en el pueblo de Cañada Rosquín. En la recta final del concierto, no podía faltar el homenaje a Montoliu, con “Blues for Tete” de su disco “Looking back and moving forward”, seguida de “Milestone” de Miles Davis. Y después “Caricies sinossoidals”, tema inspirado en un cuadro de Joan Miró.

Una última interpretación, que debería ser cantada como apuntó Terraza, de una versión reactualizada de “Alfonsina y el Mar”.

Como bis no podía faltar, por su centenario, el gran Charlie Parker con “Relaxing at Camarillo”, haciendo gala de la gran capacidad de improvisación y del dominio en todos los registros de los maestros adquiriendo un estilo propio y suma elegancia.

Destacar significativamente la sonoridad de esta caja escénica de la Factoría Cultural de Avilés, como un espacio privilegiado para el jazz por sus adecuadas dimensiones en conciertos más íntimos. No estaría de más que el Ayuntamiento de Avilés programara en esta sala conciertos mensuales de jazz a precios asequibles similares a los que se celebran a través del Taller de Músicos de Xixón en el Antiguo Instituto Jovellanos.

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