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Carmen Nuevo

Y no bebáis del agua del olvido

La conmemoración de la palabra poética a través de un texto de Luis Llorente

En este mes de celebración del Día Mundial de la Poesía, de conmemoración de la palabra poética y de meditación, a través de esa misma palabra de nuestro tiempo, un libro extraordinario me ha alcanzado y digo “alcanzado”, porque creo que son los libros los que de forma mágica y misteriosa llegan y atrapan a los lectores en un instante concreto. Me refiero a la obra editada por Polibea, “Y no bebáis del agua del olvido”, título que alude de forma directa a un verso de Lope de Vega. El autor no es otro que Luis Llorente, magnífico poeta segoviano, al que tuvimos la suerte de conocer en persona y en su tierra, un frío diciembre de hace ya algunos años.

Luis, cuánto te agradezco este libro. Esa serenidad, esa pulcritud, esa esencialidad mediante la huella del ser que se vislumbra en tus versos es tan necesaria para volver a creer en el, a veces cuestionado, universo poético que la lectura de cada una de las páginas me resulta imprescindible; porque además –creo habértelo dicho más veces– la humanidad renace en tu instante poético, humanidad sin la cual no merecería la pena continuar.

Leyendo este libro percibo la belleza de la sombra con los ojos cerrados y alcanzo la luz con el vuelo de las alondras y me concibo valiente amando las tormentas, y veo que la nieve no solo es blanca, sino que también es la llama que ilumina el invierno.

La muerte solo es la borrasca que nos impulsa a un sonido certero y somos dimensiones nocturnas con el vuelo fresco de los búhos, porque victoriosos vivimos cada instante mientras el corazón respire.

Y somos etéreos como aromas de musgo en los jardines solitarios y luz indispensable para la flor, a pesar de que solo seamos un reducto de nosotros, de lo que fuimos en ese espejo en el que nos miramos y nuestro empecinamiento, a pesar de ser insignificante como el acebo de estar, ser y salvarnos frente al azar y los faroles del olvido.

Te he dicho alguna vez y te repito, Luis, que eres el último poeta, porque tu poesía, clásica y auténtica logra separar la belleza y la luz victoriosa de la muerte y tras de ti solo quedan los dragones…

Gracias, Luis, confío en podamos seguir bebiendo de tus versos y sin olvidar, para que nuestro progreso como individuos, pero también como parte del ser no se vea nunca, de ningún modo, truncado.

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