Estos días, previos al documental “La Fabricona”, es inevitable que a uno le vengan los recuerdos de Ensidesa… Me acuerdo de mi padre, Silvestre, que tenía el número ciento y pico de matrícula, que trabajó en Baterías en naftalina y llegaba a casa y se tenía que cambiar de ropa por el olor que desprendía después de una jornada de trabajo…
Recuerdo lo orgulloso que se sentía por trabajar en la “Fabricona”, del privilegio que tuve yo de ser presidente del comité de Ensidesa, de ver como su nieto Luis también trabajó en Baterías y ver como su bisnieta Lydia pregunta por él y quiere que le cuente más cosas de su bisabuelo y de esa “Fabricona”.
Estoy muy seguro de que allá donde esté, estará orgulloso de todos nosotros y de haber trabajado donde lo hizo.
Uno, en estos momentos, se acuerda en realidad de todos aquellos que vinieron a trabajar a la “Fabricona” desde otros puntos del país que aquí apodamos cariñosamente como “coreanos”.
Los recuerdos son innumerables… Recuerdo a Chaves, por ejemplo, que vino de Extremadura porque aquí había trabajo y estuvo dos días buscando a su primo sin encontrarle porque, de aquella, eran miles las personas que venían a trabajar y muchos dormían en la Divina Pastora.
También recuerdo con especial cariño a Novo, D.E.P., director de Baterías que durante tantos años dio ejemplo de su buen hacer… Hoy quiero tener un recuerdo para todos esos inmigrantes que vinieron a Asturias a trabajar en la “Fabricona” y también para todos los asturianos que dejaron su piel en ella.
Y quiero expresar mi gratitud por el valor que se está dando a este documental desde los medios de comunicación, muy especialmente a Jiménez, de LA NUEVA ESPAÑA, por el enfoque industrial y el sentimiento que pone en él, algo que aporta porque también lo vivió siendo muy joven escribiendo sobre Ensidesa.
Con el ánimo de que se reconozca todo lo que esta gran industria aportó a Asturias y especialmente a la Comarca de Avilés, muchas gracias a todos los que pasaron por la “Fabricona”.
