La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Primitivo Abella

El curioso caso de Benjamin Button

Sobre la marcha de Alcoa

Benjamin Button nació viejo y murió niño. Su historia es la de una vida contada al revés.

Eleuterio Sánchez, el Lute, nació en la miseria. Para matar el hambre robaba gallinas y después de los aprendizajes carcelarios se pasó al atraco a mano armada. De nuevo en la cárcel terminó convirtiéndose en abogado.

Guillermo Ruiz de Blay sin embargo, nació abogado, su padre, el magistrado Ruiz de Polanco le amamantó con el Código de Comercio y le arropó con su toga. Se especializó en impagos. Su tesis doctoral versó sobre la insolvencia punible en empresas. Como Saul Goodman, de Breaking Bad, buscó un nicho de negocio en este mundo competitivo de la abogacía. Se inspiró en el personaje del gancho de los timos clásicos. Imaginen que un individuo les aborda por la calle y les cuenta que tiene un décimo de lotería premiado pero que no puede esperar a que abran las oficinas bancarias porque tiene que ir a visitar a su abuela enferma en Sidney. Si le adelantan el dinero, él se conformaría con la mitad del premio. Ni caso le harían, pero si aparece un señor elegante, con un traje de 2.000 euros y un maletín de piel dando fe de la historia y buscando sociedad en la trama tal vez se lo pensarían. Pues de eso va el asunto.

El Partido Popular vende a precio de saldo una empresa pública con 4.000 empleados a una multinacional. La multinacional exprime el negocio como un limón durante dos décadas pero cuando el limón se queda como el que se encuentran de cuando en cuando escondido en la nevera, decide salir por piernas. El plan está escrito en los manuales de las grandes corporaciones. Se lo pasan a un fondo buitre para que liquide y el fondo buitre hace lo que se espera, se lo revende a un grupo liquidador. El teatro necesita actores que interpreten bien sus papeles para que el público crea que lo que sucede en el escenario es real. El dueño de la empresa entra en la factoría vestido de chándal y en internet su nombre aparece vinculado a distintos fraudes. Parece que el décimo de lotería premiado no ofrece mucha confianza pero entonces el portavoz del grupo liquidador aparece con su corbata de abogado y su discurso de abogado. Dice que lo que llega es un “proyecto de verdad”. Sale en la prensa, en la tele y en la radio dando tranquilidad. Dice que van a poner 50 millones al año para traer vanguardia tecnológica de refusión, que tienen socios industriales, que van a fabricar pastas electrometalúrgicas, que no puede entrar en detalles.

Luego la tecnología de refusión es un horno para asar castañas, un antiguo soldado que trabaja ofreciendo servicios sexuales en una web es nombrado jefe de electrólisis y en la factoría todos los días desaparecen cosas.

Cuando la obra de teatro ya no convence a ningún espectador, ni siquiera al Ministerio de Industria que en esta historia parece que se tragaría hasta un cu cu tras, el abogado cobra el caché por la actuación y se va antes de que caiga el telón.

El del chándal está imputado, dos directivos de la multinacional tienen otro proceso abierto que ahora tratan de cerrar a golpe de chequera pero el portavoz del grupo delincuente libra porque no hay delito donde clasificarlo. Podrá decir que no sabía nada, que no le consta, que fue engañado.

Don Guillermo sigue a lo suyo, en su nicho de negocio. “Asesor de empresas en el ámbito del cumplimiento normativo”, dice su perfil.

Decía El Lute: “Los delincuentes son quienes crean las necesidades de protomiseria que fuerzan a un padre a robar un saco de trigo para darle de comer a sus hijos. Esos son los verdaderos chorizos. Aquí, el que roba un banco es un ladrón, pero el que roba mil bancos es un conquistador”.

Compartir el artículo

stats