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Saúl Fernández

Crítica / Teatro

Saúl Fernández

Crítica de teatro: Palabras como balas en el auditorio del Niemeyer

“El Golem” incluye mapas, elipses y cuentos y todo resume el trabajo dramático de Mayorga

Un momento de la representación de "El Golem" María Fuentes

Hay palabras en “El Golem” que sobrecogen: “Quiero que me cuentes todo lo que sabes de mí todos los días”. Lo dice Felicia, que es como el envés de Don Quijote tras el primer ataque: “Yo sé quién soy” El caballero lo sabe, pero lo desconoce Felicia: el experimento de la identidad embebida en las palabras que son de otro. Lo explica Salinas: “Somos cuerpos ocupados por palabras”. Y así no hay manera de ser ni los Doce Pares de Francia, ni “todos los nueve de la fama”. “El Golem”, la tragedia cuya primera representación asturiana acogió ayer por la mañana –sesión matinée especial para escolares de la comarca de Avilés y los estudiantes dela ESAD–, es uno de los textos más conspicuos del más que conspicuo dramaturgo madrileño Juan Mayorga. Y lo es por esa propuesta de existencia prestada que toma cuerpo con el cuerpo de las palabras que chocan en la estancia, golpes de aire como balas en un bosque de piedra.

En “El Golem” está todo lo que ha hecho grande a Mayorga: los mapas, las elipses... Y los cuentos. Porque Mayorga cree que los seres humanos suman relatos. Lo malo, lo terrible, es descubrir que los relatos que nos contamos no son verdaderamente nuestros. Pero a lo mejor no es malo. Uno sale de “El Golem” con más preguntas que respuestas, muchas ni siquiera planteadas. Y sale sobrecogido. Por el trabajo especialmente efectivo de Alfredo Sanzol moviendo al trío de actores sobre la escena. Sobradamente, a Luengo, a la Felicia, infelice, el sueño de la razón y los monstruos en el jardín en una institución que se parece tanto a “La Fundación” de Antonio Buero Vallejo. Y ese discurso sobre el combate. Y esas calles llenas de angustia. Y esa luz sincera de Pedro Yagüe.

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