La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Milio Mariño

España no espía

Las acusaciones de los independentistas catalanes y la defensa de la Constitución española

Es probable que aún recuerden aquella frase, “España nos roba”, que se dijo por primera vez en el parlamento catalán en noviembre de 2011 y la tomamos a broma porque, entre otras cosas, era mentira. No fue la única, hubo otras, también construidas sobre falsedades, que tuvieron la misma intención pero menos popularidad. Una de las últimas, y creo que la más delirante, la dijo el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Joan Candell, cuando morían miles de personas por la pandemia: “España es paro y muerte y Catalunya vida y futuro”. Cabe entender que se refería a que si Cataluña fuera independiente el virus la hubiera respetado y ningún catalán hubiera muerto por el covid.

Delirios aparte, con los líderes del procés jugando al mus, que aprendieron en la cárcel, y Puigdemont convertido en un belga flamenco, las frases fueron a menos y el independentismo entró en una especie de sopor creativo del que solo podía sacarle la llegada de viento fresco. Viento que, finalmente, llegó para reavivar la interminable indignación en la que los independentistas parecen vivir por culpa del Estado español. Llegó como agua de mayo en abril y trajo otra frase que les sirve, de nuevo, para hacerse los ofendidos y proclamarse mártires de una causa que, según Clara Ponsatí, merecería sacrificios humanos.

La nueva frase, que sustituye a “España nos roba”, es “España nos espía”. Pero tampoco crean que la dicen muy alto no vaya a ser que alguien tenga los audios de las supuestas escuchas y se descubra que todo se sustenta sobre el infantilismo de cuatro chalados. Por eso, más que un escándalo, han promovido un pequeño alboroto con la idea de cargarse a Margarita Robles y exhibirla como trofeo.

Todos sabemos, y los independentistas también, que Cataluña y España no son tierra de espías. En eso no hay diferencias. Lo que se da estupendamente, en un sitio y en otro, son los corruptos. Pero, por más que en Cataluña haya familias que, en nombre del independentismo, afanaran cientos de millones nunca nadie se rasgó las vestiduras. Se las rasgan ahora, ante un supuesto caso de espionaje del que no tienen pruebas. Ni las tendrán porque, en el CNI, son tan torpes que, por mucho que se hayan gastado seis millones en el programa Pegasus, me juego la cartera a que no disponen de más información sobre los líderes del procés de la que hubiera conseguido la Vieja del Visillo asomada a la ventana.

En cualquier caso, es de agradecer la defensa del Estado de derecho que están haciendo los que hace poco no tuvieron ningún reparo en saltárselo y trataron de imponer la autodeterminación en contra de la legalidad vigente. Resulta conmovedor ver cómo defienden la Constitución española y la invocan a todas horas.

Tal vez sea desconfiado, pero no les creo. Lo que sí creo es que Margarita Robles, cuando dice que el Gobierno actuó dentro de la legalidad, dice verdad. No sé me olvida que fue precisamente ella quien llevó a la cárcel a ministros, generales de la Guardia Civil y comisarios de Policía por participar o encubrir el GAL. Y lo hizo enfrentándose a Felipe González y Rubalcaba. De modo que si la ministra dice que lo hecho bien hecho está, para mí es suficiente. Ya pueden, “The New Yorker” y ERC, decir lo que quieran. España no espía, es aconfesional.

Compartir el artículo

stats