Lydia Cacho es una periodista mexicana que escribe y revienta el sistema corrupto de su país (pero podía ser cualquier otro). Lo hizo con “Los demonios del Edén”, un libro en el que describe y acusa las prácticas delincuentes del empresario libanés Jean Succar Kuri, en la cárcel por violar a niñas de menos de cinco años bajo el amparo de un antiguo gobernador. Succar Kuri presentó una demanda por difamación contra Cacho y después la secuestraron y la trasladaron a Puebla. Sicarios de la policía. Lo contó la misma Cacho en “Memorias de una infamia” y también la actriz Marta Nieto en “La infamia”, el drama que programó antes de anoche el Niemeyer.

Marta Nieto sale al escenario y le acompaña su operadora de cámara (Alicia Aguirre Polo): hay un coche en ruinas, una mesa de terraza, una jaula y una gran pantalla. Todo lo demás son el cuerpo de la actriz, las palabras que pronuncia y sus ojos destruidos –y estos son importantes en el espectáculo gracias al trabajo, precisamente, de Aguirre Polo–. “La infamia” es teatro y es también cine de terror y lo peor de todo es que verdad.

En lo que va de año, en México han matado a once periodistas, dos esta misma semana. A Cacho no la mataron, pero sí que la torturaron. Y consiguió que los pederastas y sus apoyos políticos hayan terminado entre rejas. Esto es lo que se cuenta en “La infamia”, un espectáculo de teatro-documento (la fábula sobre la escena no es fábula, es certeza, historia), dirigido magistralmente por José Martret, uno de los fundadores de la sala madrileña de teatro alternativo La Casa de la Portera, el de “Mbig”, un “Macbeth” que hizo saltar los encajes de los espectadores que lo vieron en el Niemeyer: tres escenarios, espectadores en movimiento, Shakespeare revivido. Pero esto no fue lo extraordinario de este acongojante drama. Lo extraordinario es Marta Nieto que agarra a los espectadores con las palabras de Cacho y aprieta y aprieta y se parte y los espectadores se parten con ella. “La infamia” ha iniciado en Avilés su gira nacional –venían de pasar las navidades en las Naves del Español–: no se la pierdan.