La Peñona como metáfora

Lecciones de la naturaleza sobre el deterioro de las instituciones

Rosa Rubio Domínguez

Rosa Rubio Domínguez

El puente del mirador de la Peñona ha quedado cerrado ante el riesgo de derrumbe provocado por "el colapso del macizo rocoso". Construido para acceder al mirador, denominado pomposamente el Templo de los Océanos, se enmarca en el proyecto impulsado por la Cofradía de la Buena Mesa de Mar y del Museo de Anclas Philippe Cousteau. Un revoltijo de hormigón, velamen de cristal sustituido posteriormente por velas de acero, mástiles y banderas, anclas, un mural cerámico, un múltiple del hondero Balear que regaló Jaume Matas, condenado por corrupción, y con el apoyo de todos los gobiernos municipales sin diferencia de color, junto con almirantes, cofrades y algunos artistas que acompañaron a la cohorte de políticos a presentar el proyecto a la Unesco.

Mucha gente en Castrillón se echó las manos a la cabeza viendo como un enclave natural era colonizado y degradado sin saber muy bien ni qué representaba ni a quién. Pero la historia de La Peñona, su degradación, es una buena metáfora para recorrer la vida política del concejo durante esta última etapa con las elecciones a la vuelta de la esquina. Como le sucede al mirador, el Ayuntamiento de Castrillón, la institución, se encuentra colapsada por las políticas nefastas de Yasmina Triguero, y en estos últimos cuatro años con el acompañamiento cómplice de sus socios de gobierno PSOE y Podemos. Desbandada de funcionarios, denuncias, una patrimonialización de la institución y un presidencialismo excesivo en las formas y el contenido.

El tripartito de Castrillón ha vencido en las últimas elecciones pero es incapaz de convencer desde su postura ideológica de la que se encuentra realmente alejado, y solo algunos gestos, la verdad única frente a la mentira con la que descalifica las otras opciones, le mantiene en el poder. Por desgracia estos baches políticos no se arreglan asfaltando.

Los problemas en el edificio más emblemático de Castrillón, Valey Centro Cultural, asaltado en su programación y abandonado en cuanto a mantenimiento desde hace una década; las instalaciones deportivas –polideportivo y piscina– indignas para uno de los concejos más ricos de Asturias; la carencia de políticas de movilidad, ni bicicletas tenemos a disposición de los vecinos como sucede en otros Ayuntamientos de nuestro entorno; con los árboles que revientan con sus raíces la capa de piedras y cemento a la que están sometidos; con el "Tubo enamorado", la obra de Ignacio Bernardo que siempre estuvo con flores y ha sufrido el mismo destino grisáceo que los árboles; con la obra de Concha Jerez "Paisaje de poetas" , destruida y pendiente de unas cámaras de videovigilancia para reconstruirla, regresando a los tiempos de la poesía vigilada.

Y hablando cada vez más de disoluciones y menos de construir debates, disensos, ciudadanía. Faltan becas y apoyos para nuestros creadores y universitarios más jóvenes; no se realizaron encuestas de bienestar laboral implementadas en muchas empresas, ni de bienestar ciudadano a fin de conocer el grado de satisfacción de la población que parece no importa a nadie.

Se carece de una idea global de concejo, de una articulación de las necesidades y respuestas para crear un municipio para vivir –condiciones ambientales, toxicológicas, de acceso a la vivienda, de inclusión–; de cómo desarrollar el concejo económicamente, empresarialmente, turísticamente –por favor no vuelvan a traer los perros a surfear emulando a aquellos caniches que en los circos hacían cabriolas–; de un apoyo real a la industria cultural, la producción local, un tejido socioeconómico que hiciera que Castrillón se desarrollase estos últimos años. Un Ayuntamiento que ha perdido la oportunidad de crear adecuadas infraestructuras culturales en Salinas, que carece de ellas en Raíces Nuevo, y salpica el resto del territorio de una incapacidad para crear redes que ayuden a dinamizarlo.

La naturaleza nos da lecciones y nos muestra muchas veces lo que nuestros ojos no pueden, o no quieren, ver.

Como le ha sucedido a La Peñona la mar del desgobierno ha horadado las políticas del tripartito y ha deteriorado la institución hasta ponerla en peligro. El paralelismo es evidente y no se puede por menos de asociarlo con las actuaciones (y omisiones) de este gobierno que asola Castrillón desde hace demasiado tiempo.

Hay que recuperar Castrillón para la ciudadanía con el único modo democrático que existe, en las urnas. Nos va mucho en ello.

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