Crítica / Teatro

Poquelin, desde el cielo

Saúl Fernández

Saúl Fernández

Todo está bien en "Vive Molière": las redondillas de Álvaro Tato, las quejas de Clarín (Marta Estal) porque sale poco, la diosa Fama buscando churri ingenioso y, sobre todo, sus ingeniosos criados: Chisme (Kevin de la Rosa), Dato (Juan de Vera) y Mito (Mario Portillo). Y está todo tan bien que uno cuando sale del teatro lo hace todo lleno de gracia inmortal y hasta de sabiduría. Me pasó el viernes pasado en el Niemeyer. Y le debió de pasar igual a los bachilleres que llenaron el auditorio en la función de "matinée", sobre todo al final, cuando tocaron las preguntas. Un montón. Kevin de la Rosa tomó el papel de portavoz. "Dos preguntas más, que nos tenemos que ir". Y así, arriba, se quedaron los brazos en alto y llenos de dudas.

"Vive Molière" nace en el año del cuarto centenario del nacimiento de Poquelin (y eso también está bien, que los aniversarios se inventaron para dar vida al pasado). Pero eso no sólo es lo bueno. Lo bueno es lo que hacen los cinco actores con las redondillas de Tato que moldea también Cáceres. Una delicia. No se la pierdan.

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