Mente sana

Malos tiempos para la hipocondría

El aumento de los casos de ansiedad por la salud

Marisol Delgado

Marisol Delgado

Charlotte Brontë sufrió su primera crisis con 19 años, Tennessee Williams evitaba jugar con otros niños por miedo a que le contagiasen algo, Juan Ramón Jiménez llegó a vivir con sus psiquiatras para poder tener atención continua, Leiva afirma que es bien conocido en las consultas de urgencias …

La hipocondría, considerada antiguamente fruto de la acumulación de humores en el hipocondrio (lugar de las emociones, según se creía entonces) y trastorno somatomorfo hasta hace bien poco, se categoriza ahora como trastorno de ansiedad por enfermedad o trastorno por síntomas somáticos según las últimas versiones de los manuales de clasificación diagnóstica.

Llámese como se llame, no nos resulta extraña. Es altamente probable que muchas personas la vivan en primera persona o conozcan a alguien que la padezca.

"¿Y si tengo algo malo?".

Las personas afectadas viven en un continuo temor, revisando su cuerpo, sus funciones, sus cambios. No se trata de una simple aprensión, es un estado de alerta constante.

Su atención se focaliza en tomarse cada día la tensión, la temperatura o el pulso, en analizar cada alimento que ingieren, en determinar qué entornos y espacios les convienen más…, llegando a ver limitada su vida habitual, perdiendo la capacidad de disfrutar y dejando de atender otros aspectos de sus vidas y de las vidas de su gente cercanas, pues conjeturan que padecen una grave enfermedad y tienen que preocuparse por ello. En "El enfermo imaginario" de Molière, el personaje principal consiente el sufrimiento de su propia hija con tal de poder seguir disponiendo de las atenciones a sus imaginarios males.

Además, la percepción de los propios síntomas de la ansiedad, les hacen creer que tienen que seguir preocupándose, entrando en un verdadero e interminable bucle.

Eso sí, las conductas de este tipo de problema no son siempre las mismas. Hay quienes están continuamente visitando los recursos sanitarios, leyendo noticias sobre salud (sobre todo en internet), queriendo saber más acerca de lo que creen tener y exponiéndose a continuas pruebas médicas que solo les tranquilizan por espacios de tiempo muy cortos, pues el fantasma de la pérdida de la salud vuelve a planear sobre sus cabezas sin piedad, en una suerte de TOC en el que las continuas comprobaciones solo alimentan y refuerzan las creencias y pensamientos obsesivos de que se encuentran mal.

Hay, por el contrario, quienes evitan todo tipo de consulta o de información, con un claro miedo irracional y fóbico a que les encuentren alguna enfermedad grave. Eso le ocurrió a Andy Warhol, cuya enfermedad real (curable) se complicó por haber evitado consultar lo que le ocurría.

Son en general, personas con una característica común: la poca tolerancia a la incertidumbre y a lo que no está bajo su control. Las terapias de exposición y de aceptación y compromiso, permiten reaprender a interpretar las sensaciones y desarrollar herramientas para abordar los automáticos y obsesivos miedos.

Las estadísticas nos muestran que, en la era del "doctor Google" y de la "infoxicación" sobre salud que recorre nuestras redes sociales, no ha dejado de crecer el número de personas que desarrollan este tipo de ansiedad ante las enfermedades. En internet parece que todo lleva a cáncer, sufrimiento y muerte. Lo ocurrido en la pandemia ha sido otro factor clave en cuanto a que la incidencia se haya disparado. Pero ningún caso particular se va a encontrar nunca en ninguna web, así que, preocupémonos de vivir, que de morirnos de miedo ya tendremos tiempo.

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