La columna del lector

Despedida

Alfonso Uruñuela de la Rica.

Llegó la hora, tan temida y tan deseada, por otra parte, de la jubilación. Tan temida por aquellos, como es mi caso, a los que siempre nos ha gustado el trabajo desempeñado, y tan deseada, porque todo trabajo realizado durante muchos años acaba fatigando el cuerpo y la mente, por lo que la necesidad del descanso ‘full time’ se hace perentoria para resetear.

Dado que he trabajado en dos centros con multitud de trabajadores (en el desaparecido ambulatorio del Santísimo Cristo de San Nicolás y en el Hospital Universitario San Agustín), con los que he compartido penas y sobre todo alegrías, contribuyendo entre todos, dentro de nuestros conocimientos, a paliar o curar las enfermedades de los avilesinos, durante los últimos 42 años, y ante la imposibilidad física de despedirme personalmente de todos ellos, aprovecho un medio de comunicación con gran repercusión en Avilés y comarca, como LA NUEVA ESPAÑA, para despedirme con estas letras, muy especialmente de todos los miembros del Servicio de Traumatología, pasados y presentes, en todos sus estamentos, con los que coincidí en algún momento durante toda mi vida laboral. Siempre os recordaré. Dejo amistades en todos los estamentos del hospital y con eso me voy feliz, encantado de haber compartido mi vida laboral con todos vosotros.

Aprovecho estas letras también para despedirme todos mis pacientes –miles–, a los que traté durante estos años, alegrándome por los que mejoré y sintiéndolo mucho por los que no lo logré; mi intención y mi obsesión siempre era mejorarlos a todos.

Un abrazo fuerte para todos y que viva el Hospital San Agustín.

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