Opinión

Cuando Garrucho emuló a Trevor Ford

El tenor hijo de un marinero sabio que estudió Químicas y metió goles para el Cardiff

Ramón Ángel Artime Gutiérrez "Garrucho" era un buen hombre. De imponente planta y gusto cantarín, escogía la voz de tenor cuando en la tertulia de los viernes en el Hotel Asturias de Gijón, el de "Volver a empezar", y tras los postres, el doctor San Martín, asombroso dermatólogo, repartía las partituras para entonar "La capitana".

Para nosotros Ramón era "Garru", porque Garrucho era su padre, "patrón de patrones" de la marinería de Luanco, que diría Nacho Artime, íntimo del finado desde tiempos bien mozos y compañeros de estudios con distinta suerte en el San Gregorio de Oviedo. Solía decir Nacho que Ramón "nació con tres panes bazo el brazo" y que su padre, Garrucho, era marinero sabio que conocía todos los secretos de la mar y sus mareas.

En 1958, el estudiante de Químicas Ramón Artime hizo las maletas, quiso aprender inglés y con mil pesetas en el bolso viajó a Cardiff, capital galesa, de lejana tradición futbolística. Le pegaba "Garru" bien a la pelota, había destacado en el Marino y al llegar a la ciudad británica le salió la posibilidad de seguir practicando en el equipo local, que disputaba la segunda división inglesa. Cardiff, la ciudad de Gareth Bale, contaba con un delantero centro que, años antes, había protagonizado el traspaso más caro de la historia del fútbol mundial. Se llamaba Trevor Ford, y en 1950 el Sunderland pagó 30.000 libras por él al Aston Villa. En aquella época sin jeques metidos a presidentes de clubes, el Sunderland era el club rico de Inglaterra. Tan era así que le apodaban "The Bank of England".

Una vez le oí contar a "Garru" que marcaba muchos goles porque esperaba a que el portero blocara el balón en el aire y entonces le empujaba y el cancerbero se metía con la bola en la meta. Ford vistió la camisola de la selección de su país en 38 ocasiones y es un icono del fútbol galés. Cuando Ramón llegó a Cardiff, el ariete local acababa de ser traspasado al PSV Eindhoven. Y su puesto ocupó durante tres meses, de agosto a octubre de 1958, lo que duró su aventura británica y de ello queda réplica en las hemerotecas, en el "South Wales Echo" y en el "Daily Express". Allí le pagaban, al cambio, dos mil pesetas a la semana.

Tras un partido frente al otro cuadro poderoso de Gales, el Swansea, localidad por cierto natal de Trevor Ford, "Garru" vio en la grada a unos aficionados españoles que portaban una bandera. Se fotografió con ellos y resultaron ser exiliados. Y la bandera era la enseña de la república. Afortunadamente para él, la foto se hizo en blanco y negro…

De manera que el chavalín de Luanco quiso emular al jugador que, según "Eurosport Yahoo", marcó el gol más rápido de la historia del Cardiff City: al Charlton Athletic, pasados apenas 15 segundos del pitido inicial. Ese era "Garru" y así nos gusta recordarle, sonriente siempre, chistoso y fraternal, inasequible al desaliento, amigo del vino blanco en una reunión de tintos. Ya casi puede hacer un once sobre un prado de nubes con otros tertulianos de los viernes que se nos fueron yendo, algunos también muy futboleros: Alfonso Peláez, Chema Cabezudo, José María Bardales, José Luis Martín, Miguel Díaz Negrete, Guillermo Quirós, Juan Ramón Pérez Las Clotas. Magnífica alineación, un equipazo de lujo.

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