Opinión

Fue en los cursos de La Granda de Avilés

El devenir de la política nacional ante los últimos acontecimientos en Cataluña

Llevaba yo una temporada intentando definir el actual y convulso ambiente político español para escribir el consiguiente artículo de opinión en este diario –pretendiendo ser, confieso, un tanto original o poco leído– pero no acababa de conseguirlo. Aunque hace ya unos días asistí como invitado a la inauguración de la 46.ª edición de los cursos de La Granda (allí escuché lo que buscaba) que se celebran en Avilés y comienzan y clausuran en Gozón como muchos de ustedes ya saben. Las personas que estaban en aquella mesa de apertura, iniciados por Benigno Pendás (el presidente) impecable en su discurso inaugural y a quien era fácil advertir –tanto en su rostro como en sus palabras– el entusiasmo y satisfacción cuando presentaba a los componentes de la mencionada mesa; aquellas personas –decía– no le fueron a la zaga al Presidente de los Cursos en sus respectivas e impecables intervenciones.

Tanto el alcalde de Gozón Jorge Suárez, como la presidenta de Consejo Consultivo del Principado de Asturias Begoña Sesma, como el propio ponente de la conferencia inaugural, el economista, exmiembro del comité ejecutivo y del consejo de Gobierno del Banco Central Europeo y además miembro del Consejo de Gobierno y de la Comisión Ejecutiva del Banco de España, José Manuel González Páramo, comentaron todos ellos cosas, más que interesantes.

Habrán podido comprobar quienes asistieron o leyeron alguna de las crónicas de ese día que falta por nombrar uno de los miembros compositores de aquella mesa. El rector de la Universidad de Oviedo, Ignacio Villaverde. Que empezó su discurso definiendo aquel ambiente que al principio de este escrito mencionaba, como "gamberrismo político, intelectual y seudocientífico". Esa; esa era precisamente la definición que uno buscaba y no encontraba para definir el actual ambiente social y político español.

Sí señoras y señores; sí. Original, valiente, concluyentemente definitorio, transparente, para unos, para otros; para azules, para blancos, para negros, para rojos; para hombres, para mujeres; para todos. Pues sí para todos. Y cuando digo para todos, tómese literal la tal afirmación. Porqué como decía güelita: "mira fiu; tanta culpa tien el que mata, como el que tien po la pata". Gobiernos y oposición, oposición y gobiernos han de dejar de vivir en ese estado connivente del que hacen gala sin el menor rubor, y ocuparse de sus intrínsecos cometidos, y las cosas –creo– empezarán a ser de bien distinta manera a como hoy son.

Esto de la política española, efectivamente, está llegando a unos límites de tan mísera y gamberra solución, que llegará un momento que nos acostumbremos a todo y cualquier cosa nos valga o nos sirva. No se puede ver un informativo, mucho menos leer la prensa, allá le va la radio. Y de ahora en adelante, con todo ese capitalazo que algunos anuncian a bombo y platillo se va a repartir entre algunos medios de información, tendremos que dedicarnos de pleno –por ejemplo– a la crianza del cangrejo macho en noches de plenilunio, cosa que nos traerá sobradamente ocupados para no caer en la tentación de recurrir y consultar al cuarto poder, más que para hacer crucigramas. Esto que digo y a quien lo lea, quizás le suene todo ello a cuento chino o desfasado al menos. Puedo decirles en mi descargo que lo que veo, observo, contemplo a veces, son cosas que, sentido común de por medio, nunca llegué a imaginar pudiera llegar a ver. No pormenorizaré en este momento, ya que la lista sería bastante larga y el espacio que tengo para escribir, es limitado. Independientemente de poder buscarme –sin pretenderlo– la bronca del aludido o aludida, con esa piel tan fina que últimamente se gasta.

Pero permítanme en todo caso una salvedad y no tenga más remedio que acudir como ejemplo de lo comentado, al último esperpento nacional, que también podríamos llamar "gamberrada política", representado en un trozo del territorio español hoy por hoy –Cataluña– estos días pasados. Posponer la dignidad y el orgullo de todo un pueblo –el español– a cualquier tipo de interés político, en este caso lo que llaman "proces", y de paso perpetuar en el sillón de presidente de un Gobierno a un tipo sin punto cardinal por el que guiarse, alguien que ni tan siquiera tiene el mínimo atisbo de saber ejercer como presidente del gobierno de un país, es para los españoles sumamente humillante y triste y dolorosamente asumible.

Y entretanto, el pueblo quieto, sin el mínimo gesto de disconformidad con lo que sucede, y es que, de esa situación, alguien está tomando buena nota entre bambalinas (al ver que nada pasa) para poner en práctica la barrabasada o "gamberrada política" de turno. Así es la España de hoy, y según parece, así la asumimos.

Gracias Rector de la Universidad de Oviedo –Ignacio Villaverde– por haberme ayudado a definir la actual situación política en España al haberle escuchado en días pasados en los Cursos de la Granda de Avilés.

Para los que aún creemos, sólo nos queda como consuelo el espíritu, y en estas situaciones tan delicadas, pedir auxilio y amparo a nuestra Madre la Santina de Covadonga, que será de modo quasi milagroso, quien nos pueda salvar de este abismo al que parece ser estamos destinados los españoles.

Como nación grande que somos, creo que aún hay remedio. En nuestras manos está.

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