Opinión | El Rincón de la ley
"Infoxicación" y bulos
Nuevas amenazas para la sociedad y el Estado de derecho: del negacionismo a las teorías conspirativas
La era de la información, paradójicamente, ha dado lugar a un fenómeno pernicioso conocido como "infoxicación", una sobrecarga de datos donde la verdad y la mentira se entrelazan, alimentando el caos informativo. Los bulos, teorías conspirativas y negacionismos, amplificados por las redes sociales y ciertos medios de comunicación, han encontrado terreno fértil en una sociedad saturada de estímulos. Ejemplos de desinformación como "las vacunas provocan cáncer", "los extranjeros vienen a delinquir o a quitarnos el trabajo" y "la inmigración trae criminalidad" son sólo algunos de los ejemplos recurrentes de falsedades que generan alarmismo social. Este artículo explora las causas, el impacto y las vías legales para combatir estos fenómenos, con el fin de proteger el tejido social y democrático.
La proliferación de la desinformación puede tener múltiples causas, pero entre las más destacadas se encuentran los prejuicios arraigados, las ideologías políticas y el sesgo cognitivo. El ser humano, ante la avalancha de información, tiende a simplificar y confirmar aquellos datos que resuenan con sus creencias preexistentes, un fenómeno conocido como sesgo de confirmación. En un estudio reciente, se demostró que los extranjeros son, de hecho, menos propensos a delinquir que los ciudadanos nativos, desmintiendo así la narrativa de que la inmigración genera criminalidad. No obstante, el prejuicio racial y la xenofobia siguen siendo factores determinantes para que ciertas poblaciones acepten y propaguen estos bulos sin cuestionamiento.
El filósofo y lingüista Noam Chomsky ha argumentado que los políticos a menudo explotan los miedos de la sociedad, resonando con las emociones más primarias para obtener réditos políticos. Este tipo de proselitismo es especialmente peligroso en contextos donde los discursos se basan en el miedo a lo desconocido, promoviendo ideologías de rechazo a las vacunas, la inmigración o el cambio climático, por mencionar sólo algunos. La crema solar "que provoca cáncer", o la afirmación de que las vacunas son responsables de enfermedades graves, son ejemplos de cómo la ciencia es distorsionada para servir a narrativas desinformativas. Es vital reconocer que las creencias pseudocientíficas no solo son falsas, sino que pueden tener consecuencias devastadoras en la salud pública.
El negacionismo y las teorías conspirativas, como el rechazo a las vacunas o la creencia de que las pandemias son "inventos de laboratorios", han tenido un impacto profundo en la gestión de crisis sanitarias globales. Un claro ejemplo de ello es el movimiento antivacunas, que ha encontrado eco en sectores de la población que, influenciados por bulos, optan por no vacunarse, generando rebrotes de enfermedades previamente erradicadas. La confianza en la ciencia y en las instituciones se ve erosionada, creando una espiral de desconfianza que debilita el contrato social y, en última instancia, la gobernanza democrática.
Además, la criminalización de la inmigración, basada en bulos sobre la relación entre inmigración y criminalidad, ha promovido un clima de rechazo y discriminación hacia colectivos vulnerables. Datos oficiales y estudios académicos refutan estas ideas, mostrando que los inmigrantes, en su mayoría, no sólo son menos propensos a delinquir, sino que contribuyen al desarrollo económico y social del país de acogida (España precisará 24 millones de emigrantes para mantener la relación entre trabajadores y pensionistas –según el Banco de España–).
Desde una perspectiva legal, es imperativo regular la propagación de bulos y desinformación, especialmente cuando estos causan daño social. La Constitución española protege el derecho a la libertad de expresión, pero éste no es un derecho absoluto. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional ha señalado que la libertad de expresión no ampara la difusión de falsedades que dañen a terceros o pongan en peligro el orden público. Asimismo, el Código Penal español contempla sanciones para quienes promuevan el odio o la violencia basados en mentiras y desinformación, en particular en casos de incitación al odio racial, religioso o étnico.
Las plataformas digitales, por su parte, también tienen un papel crucial que jugar. La Directiva de Servicios de Comunicación Audiovisual y la Ley de Servicios Digitales en la Unión Europea obligan a las grandes plataformas tecnológicas a tomar medidas proactivas para eliminar contenido dañino y combatir la desinformación.
Afortunadamente, la tecnología también ofrece soluciones. La inteligencia artificial (IA) ha demostrado ser una herramienta valiosa para identificar y desmentir bulos de manera rápida y eficaz. Algoritmos avanzados pueden analizar grandes volúmenes de datos, detectar patrones de desinformación y emitir alertas a los usuarios sobre la fiabilidad de las fuentes. No obstante, la clave sigue siendo la educación mediática de la población, fomentando un pensamiento crítico que permita discernir entre información veraz y manipulada.
Suscríbete para seguir leyendo
- Las claves del controvertido proyecto de los dueños de Ferrari en Gozón (y que el Ayuntamiento acabará bloqueando)
- El apelativo que se retirará (para siempre) de un emblemático rincón avilesino
- Malos tratos en Avilés: detienen a una mujer de 45 años por pegar en la cara y en el cuello a su pareja en plena calle
- Las casas para millonarios a la venta en la comarca de Avilés: piscinas, diseños vanguardistas y vistas al mar
- Una cantante de La Arena, último fichaje de Tu cara me suena
- Las claves de la reorganización interna del gobierno de Avilés, que empieza en Festejos
- El lugar en el que se ubica el primer parque de baterías que pide permiso de obra en Asturias (y está vinculado a Ferrari)
- Este es el lugar de la comarca de Avilés en el que el Principado puede construir hasta 300 viviendas públicas