Opinión | Mente sana

Que nos resbalen las críticas puñeteras

Algunas ideas para reducir el malestar ante los juicios de valor de los demás

"Me resbala lo que me digan, sé cómo es mi cuerpo y lo quiero muchísimo". Paula Leitón, reciente campeona olímpica de waterpolo, se despachó así de contundente cuando, entre felicitación y felicitación, se le iban colando comentarios feos, muy feos, sobre su peso y sobre su cuerpo en general. Qué importante su gesto, su actitud y sus palabras.

Porque, mucho me temo que, generación tras generación, seguimos educando en el temor a las siempre subjetivas opiniones de los demás, seguimos moldeando conductas de evitación y de miedo a críticas, juicios de valor y a todo aquello que se anticipe como un posible rechazo. El "qué van a decir de ti…" incrustado en la mente como una lapa.

Cierto es que vivimos en sociedad y el sentimiento de pertenencia nos proporciona fortaleza y seguridad, pero no todo vale. Una cosa es que nos resulte gratificante agradar y otra que lo convirtamos en una necesidad. Una de las Creencias Irracionales que el psicólogo Albert Ellis enunció como causante de intenso malestar emocional es precisamente esta, la necesidad de aprobación externa como brújula de funcionamiento personal y social.

Porque la dependencia de la opinión de los demás, –especialmente de los más allegados–, puede llevarnos a tomar decisiones que realmente no queremos o a renunciar a nuestros propios objetivos y proyectos.

Aún peor, puede llevarnos a destructivas relaciones asimétricas de poder y de maltrato, –¡ojo!, aquí el problema no sería de comunicación, así que, si fuera el caso, parafraseando a Amaral, mejor "salir corriendo"–.

Cierto es que responder a las críticas no siempre va a ser tarea fácil. Eso sí, no caigamos en reacciones violentas al modo del ‘gracioso’ Tommy de Vito, el personaje de Joe Pesci en "Uno de los nuestros" –que la sangre mancha mucho y no tenemos a mano al Señor Lobo de "Pulp Fiction" para resolverlo–.

Si la crítica estuviera hecha con muy mala baba, con expresiones descalificadoras y humillantes, ya sea de forma presencial o por escrito (redes sociales, por ejemplo), mejor no entrar en desgastadoras justificaciones, pues solo acaban reforzando a quienes nos faltan al respeto. Y no merecen tal atención, pues, en el fondo, lo que pretenden es destacar y sobresalir de algún modo denigrando a los demás con críticas mezquinas y miserables. Contrarrestar, como hizo Paula, sus puñeteros comentarios, con más empoderamiento.

Si percibimos que la crítica está hecha con la intención de ayudarnos, asumamos el inevitable malestar inicial –somos seres humanos, qué caray– y pensemos si estamos o no de acuerdo con lo que nos hayan dicho. En el primer caso, se trataría sencillamente de asumir la responsabilidad y aprender de ello; en el segundo caso, usemos la asertiva técnica del banco de niebla: "Entiendo que tú lo veas así, pero yo prefiero…".

Por último, tengamos en cuenta que no merece la pena quitarle tiempo a nuestra gente por dedicarlo a "rumiar" lo que digan los demás. Relativicemos y asumamos que, por mucho que nos guste tener el control, en esto resulta imposible, hagamos lo que hagamos, no vamos a gustarle a todos

A la gran Meryl Streep la rechazaron por "fea" para el papel protagonista de la película King Kong. En ese momento pensó en abandonar sus sueños de ser actriz, pero, afortunadamente, decidió creer en sí misma y continuar.

Sigamos su ejemplo.

Y el de Paula.

Y el de todas las personas que van aprendiendo a que les resbalen las críticas puñeteras.

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