Opinión
Avilés no se merece vivir en la atonía
Las prioridades ante lo imprevisible y lo cotidiano para no sumar solo un año más
Que este Año Nuevo traiga nuevas oportunidades y logros para todos. Que sea un año lleno de éxitos y metas cumplidas. Que cada proyecto del 2025 sea un nuevo paso hacia el éxito. Que esté lleno de triunfos profesionales y personales. Estos son algunos de los mensajes que amigos y conocidos transmiten en el año nuevo a sus más allegados. Estas fechas resultan propicias para trasladar las mejores intenciones, y también metas y expectativas. De nuestros políticos se espera en el inicio de un nuevo ejercicio sea tiempo de acuerdos y de mano tendida para avanzar, lejos del ruido y de la mentira que inundan el debate en la esfera nacional.
En Avilés convendría igualmente marcarse objetivos para el nuevo ejercicio. Más allá de la crítica que está en la calle acerca de la organización de los festejos navideños –con los comentarios más ácidos hacia la iluminación de las calles de la villa–, la realidad es que la ciudad se encuentra en un estado de atonía que, más allá de asuntos que agitan la vida municipal en los plenos mensuales de la Corporación, acusa un agotamiento demográfico con pocas vías de solución. La antaño dinámica Avilés se encuentra en una encrucijada. Como la del «baby boom» de Ensidesa, pero esta vez no quedan décadas por delante para asentar los motores del futuro. Se deben reforzar los motores del presente en el crecimiento urbano. Porque el futuro ya no está solo en las ciudades.
La proximidad territorial entre personas, empresas, infraestructuras de transportes y comunicaciones, viviendas y equipamientos educativos, sanitarios y sociales resultan fundamentales para salir del estancamiento continuo. Y esa proximidad permite aumentar la productividad y mejorar el nivel y la calidad de vida.
El inicio de año con varios frentes abiertos en el sector educativo para el gobierno local, la crisis de Festejos pendiente de resolver y algunas voces discrepantes ya desde dentro de la Casa del Pueblo obligarán a recuperar alguno de esos mensajes de inicio de año. Pero, para que sea de éxitos y metas cumplidas, requiere de capacidad de acción. Estar presentes. Asistir en lo imprevisible y acompañar en lo cotidiano. La atonía de siempre no es garantía de permanencia sino que sólo significa que somos un año más viejos. Y puede ser también un año más perdido. n
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