Opinión | Crítica / Teatro
La Bedford y los perdedores
"TEG" estrena e inquieta en Avilés
La camioneta Bedford que sostiene los puños de Bautista y su espectáculo como luchado ha dicho: "hasta aquí". Y "hasta aquí" es una especie de fin del mundo que pilla desprevenido al más sorprendido.
Es el inicio de "Desde la lona", un drama cómico del escritor argentino Mauricio Kartun que antes de anoche estrenaron los de la compañía Teatro Estudio Gijón (TEG) en el teatro Palacio Valdés, el primero del año, el primero en el que los espectadores batieron las palmas al ritmo que requirió una gran producción de casi perfecta celebración en la que los actores –los cuatro- estuvieron a la altura de un texto en el que los héroes son antihéroes, los deseos, no s e cumplen y la desidia desconsuela a la vez que arranca carcajadas.
Kartun –maestro de Daniel Veronese, apúntelo–bebe a sorbos de "Las tres hermanas", de Antón Chéjov y hasta de "Esperando a Godot", de Samuel Beckett.Teatro del Arte, por un lado, y allá al frente, el Absurdo de la segunda posguerra mundial.
Kartun es un autor que convive bien con la compañía TEG, imprescindibles en la escena nacional desde que a comienzos de los ochenta se pusieron en marcha: "Pedro y el capitán", de Benedetti; "Los emigrados", de Mrozec. Últimamente, Kartun les ha hecho enormes. De 2017 es "Cumbia, morena, cumbia": estaban Manuel Pizarro y José Antonio Lobato, los dos, dándolo todo, los dos, como antes de anoche, bajo la dirección de Miguel. G. Expósito.
"Desde la lona" es una historia de cuatro perdedores que vio la luz a mediados de los noventa en Argentina. Los cuatro personajes que encuentra la casualidad prefiguran un país en decadencia: un pueblo que se llama Maquinista Pi pese a que no pasa un tren desde hace ni sabe, un pueblo del que no se puede escapar porque la mecánica falla o la singularidad de permanecer de guardia se empeña en no rendirse.
Los cuatro actores –sobresalientes– convencen a los espectadores que se acercaron al teatro Palacio Valdés a ver un espectáculo de los grandes. Y los convencen porque el texto de Kartun es de los buenos, porque con sus palabras se pinta el declive de un país en ruinas en el que sólo sobreviven los heridos por la miseria: el luchador fracasado, la administradora de la sala fuera de sitio y el admirador final del tipo que se ha quedado preso en el pueblo de Maquinista Pi por donde ya no pasan los trenes y el deseo de escapar no estaba a flor de piel. "Desde la lona" es un espectáculo que sobrecoge y si lo hace es porque los cuatro actores se entregan por completo a un espectáculo de detención y pensamiento. Por eso fue una pena que un espectador se pusiera a toser y a toser al comienzo del montaje y no detuviera sus ataques dejando la platea: sus tosidos se inmiscuían entre las palabras de Bautista y los otros como un cobrador de la ORA en el parabrisas de un coche a deshora.
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