Opinión

Dónde estaba el público

"¿Dónde está ese público tan indulgente, tan ilustrado, tan imparcial, tan justo, tan respetable, eterno dispensador de la fama, de que tanto me han hablado; cuyo fallo es irrecusable, constante, dirigido por un buen gusto invariable, que no conoce más norma ni más leyes que las del sentido común, que tan poco tienen?". Al "Pobrecito Hablador" –estas de arriba son palabras del "Pobrecito Hablador" aka Mariano José de Larra- le pasó lo mismo que a los responsables del teatro Palacio Valdés cuando, después de la reapertura –fue en noviembre de 1992–, hubo que llenar la sala. Y costó.

He visto cosas que ustedes no se hubieran imaginado: los "Seis personajes en busca de autor" de Miguel Narros en la intimidad, una "Gata sobre el tejado de zinc" con Toni Cantó siendo actor y pocos en la platea para recordar aquel trabajo suyo anterior. Porque el problema de la reapertura del Palacio Valdés vino después: había que llenarlo.

Acuerdénse de los años dorados de las infraestructuras fantasmales levantados con la pólvora del rey. Así que sí, el teatro Palacio Valdés estaba abierto, pero el público no llegaba. Ahí viene el acierto de buscar el público, de cazarlo y de comprometerlo para siempre. Y eso es cosa –sé que no le parecerá bien que su nombre salga en esta columna– de Antonio Ripoll, responsable de la Casa de Cultura y después del teatro. Los avilesinos que iban siempre al teatro en el chamizo de La Exposición se quedaron sin teatro en 1988 –cuatro años antes de la reapertura– y no se oyó una queja. El Palacio Valdés, teatro de las afueras de las afueras, no podía atraer público con grandes presupuestos porque siempre anduvo en la última pregunta –con el Niemeyer renquea que no veas–. Así nació el "estrenódromo nacional", los ciclos, la programación troceada y con descuento, como cuando se ofrecía ópera, concierto y danza. Fue en 1998. Y hasta ahora.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents