Opinión | Crítica / teatro

Todos los tristes

Avilés acoge uno de los estrenos del año

Ficha del espectáculo teatral

  • «Un tranvía llamado Deseo»
  • Drama de Tennessee Williams   dirigido por David Serrano y   protagonizado por Nathalie Poza, Pablo Derqui, María Vázquez y     J orge Usón.
  • Teatro Palacio Valdés, 31 de enero de 2025

Por "Un tranvía llamado Deseo" no pasa el tiempo. Lo mismo es por lo que hace la tira predijo Ítalo Calvino: "Los clásicos son libros que cuanto más cree uno conocerlos de oídas, tanto más nuevos, inesperados, inéditos resultan al leerlos de verdad". Eso, tal cual, pasó antes de anoche en el teatro Palacio Valdés, que acogió uno de los estrenos del año: el 255.º desde su reapertura en 1992; su lugar en el mundo de los espacios escénicos de provincias.

"Un tranvía llamado Deseo" es uno de dramas más inquietantes del siglo XX: el camino a la felicidad hace transbordo en "cementerios". Tennessee Williams escribió a mediados de los años cuarenta sobre el dolor incurable y sobre el calor que hace que hierva la voluntad. Casi ochenta años después, "Un tranvía llamado Deseo" sigue arañando los corazones que no tienen alma. Y esa virtud –magistral– la supo explotar en Avilés un elenco de actores tocando la gloria con los dedos, rebañándola y haciéndola galopar.

Y esto, que pudiera parecer fácil, en realidad es un redoble de conciencia. Hasta este viernes, "Un tranvía llamado Deseo" era la peli en la que salían Vivien Leigh y Marlon Brando; desde el viernes, es el espectáculo en el que Pablo Derqui y Nathalie Poza se hicieron gigantes; los dos con el apoyo inquebrantable de sus compañeros de reparto –María Vázquez ("¡Stella, Stella!"), Jorge Usón, Carmen Barrantes, Rómulo Assereto, Mario Alonso y Carlos Carracedo– dirigidos todos como nunca había dirigido por David Serrano. Serrano es el de los musicales en Madrid y el de las historias que aprietan, en Avilés: "La venus de las pieles", "Lluvia constante", "Buena gente", "Cartas de amor"... "No quiero realismo, quiero magia", le grita Blanche Dubois a su cuñado Stanley Kowalsky en una de las escenas menos reconfortantes del drama: "¡Sí, sí, magia! Trato de darle eso a la gente. Le tergiverso las cosas. No le digo la verdad. Le digo lo que debiera ser la verdad. ¡Y si eso es un pecado, que me condenen por él!"

O sea, un texto poderoso, actores como verdaderas montañas. Y un director que desentraña la normalidad. Todo sería poco fuera de una escenografía como este gabinete de maravillas que se inventó Ricardo Sánchez Cuerda, un gabinete que gana todo con la iluminación de Juan Gómez Cornejo. Y todo esto arropado bajo una partitura perfecta –todo es perfecto en "Un tranvía llamado Deseo"– de Luis Miguel Cobo.

Los espectadores de la primera función del último espectáculo de Producciones Teatrales Contemporáneas celebraron esos duelos a muerte sobre la tablas de Derqui y Poza –cuando ella se atreve a llamarla "primitivo"– o entre Poza y Vázquez: dos hermanas separadas por las soledad y el calor del delta del Mississippi. Y se hace inconmovible el momento en que la desesperanza de Mitch (Usón) va a coincidir en el castillo destruido que representa –con temblores y todo– una Nathalie Poza que nació para ser la mujer que quiere volver a ser la chica de la plantación perdida en el tiempo y la idiotez.

El espectáculo se fue hasta las dos horas y pico. Hubo descanso entre medias. Y cigarros al frío. Y también espectadores a los que les cortaron el rollo: los dramas secretos que esconden las criaturas tristes del Tennessee Williams de su época mejor, la que siguió con "La gata sobre el tejado de zinc", "Dulce pájaro de juventud"... "Yo siempre he dependido de la amabilidad de los desconocidos".

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