Opinión

pablo martínez corral

El desmoronamiento de la utopía avilesina

Los nuevos dirigentes de Podemos y la vieja guardia de IU abrazaron un pacto ahora agrietado

La reciente expulsión de Podemos del gobierno local de Avilés ha desatado una tormenta política que pone en evidencia las tensiones y luchas internas dentro de la izquierda avilesina. Se acabaron los días de víno y rosas en los que la izquierda mantenía el gobierno frente al ascenso de la derecha y la ultraderecha. Las elecciones de 2023 obligaban a la izquierda a entenderse para gobernar la ciudad.

El PSOE, que había resistido el ascenso de Podemos y logrado capear el temporal desde 2015, necesitaba ahora apuntalar su gobierno con los votos de Cambia Avilés, coalición formada por Podemos e Izquierda Unida. Así, Mariví Monteserín pasó a liderar este gobierno con sus antiguos adversarios de la izquierda alternativa, los mismos que años antes amenazaban con abordar las instituciones para sacudir alfombras y restablecer el gobierno del pueblo.

El asalto a los cielos no pudo ser tampoco en Avilés. En 2015, en pleno auge de Podemos y sus marcas locales, no se logró en la villa armar una plataforma o coalición para aprovechar la dinámica del momento. Un Podemos exultante, una Izquierda Unida orgullosa y un Ganemos que apareció de la nada pero que acumuló votos suficientes para sacar un concejal, evidenciaban que la izquierda no estaba preparada para asumir el reto. Y claro, las oportunidades a la izquierda del PSOE solo pasan una vez. Los datos son claros: en 2015, la suma de Ganemos, Somos Avilés e IU alcanzó 14,433 votos y 9 concejales (35.34%). En 2019, la coalición Podemos-IU-CXAsturies obtuvo 7,608 votos y 5 concejales, y en 2023, 4,958 votos y 4 concejales, el último por decisión del VAR, mostrando una caída en picado.

Pero se obró el milagro. Cuando la izquierda estaba en su momento más bajo, apareció la oportunidad de entrar en el gobierno y los nuevos dirigentes de Podemos y la vieja guardia de IU abrazaron el pacto con el PSOE, repartiendo las concejalías y prometiendo la tan esperada utopía avilesina. Pero dos años dan para mucho y, claro, las grietas empezaron a aparecer. El mayo avilesino pasó a la desconfianza; debajo de los adoquines no había arena de playa.

Y es que no todas las concejalías son iguales: unas lucen más que otras. Desde la plaza virtual donde están los avilesinos sin complejos, se repetía aquello de "si no sabes torear...". Las fiestas las ve todo el mundo, las licencias urgen y los votos se necesitan para las próximas elecciones. Un buen político de raza, a mitad de mandato, piensa en el siguiente.

Y llegó el sacrificio, el auto de fe, una oferta que no se podía rechazar. Ahí entró la discordia: Podemos se vio obligado a elegir, doblar la cerviz y aquí paz y después gloria o salir del gobierno.

Pero Podemos no aceptó y sus socios de IU no le echaron un capote y todo pilotado desde arriba, al viejo estilo, nada de consultas a las escuetas masas. La izquierda alternativa no estaba unida; Cambia Avilés era más bien una ‘joint venture’ para conseguir asiento. Por eso esta crisis deja mucho que entrever a nivel local. Volvemos al gatopardismo de IU, que se siente cómoda con el PSOE; el PSOE pensando en el futuro, con o sin muleta; y Podemos, que, tras haber saboreado el poder, ahora se encuentra relegado al ostracismo de la oposición. Poco duró la alegría en casa del pobre.

Y todo ello, me imagino, visto con expectación por el PP y Vox, los primeros con sus cosas internas de toda la vida, los ultras a lo suyo, pero viendo la oportunidad de poder hacer algo más de lo que estaban haciendo, por poco que sea, ya será algo, ahora Podemos puede ser socio en alguna desavenencia.

Todo ello en una ciudad que se enfrenta a retos muy importantes, una ciudad que se ve otrora amenazada por una crisis industrial ahora que Arcelor prevé deslocalizar servicios. Como decía aquel grupo que hace unos años vino al festival de La Carriona, "poco pan y pésimo circo".

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