Opinión | el gasómetro
Stolpersteine
Este palabro de origen alemán significa "piedra en el camino que te puede hacer tropezar"; con él se denomina el proyecto puesto en marcha en la ciudad de Colonia en 1992, en la conmemoración de la deportación de gitanos ordenada por Himmler. Gunter Deming dio forma al proyecto con una placa que recogía las primeras líneas del decreto de deportación. Posteriormente, se singularizaron las placas stolpersteine para llevar, cada una, el nombre de una persona víctima del holocausto.
Cada día paso junto a una de estas placas colocada en la acera por la que camino al salir de casa. Esta semana se han colocado nueve más en el barrio de Sabugo, añadiéndose así a las seis dispuestas en diferentes lugares de la ciudad en 2023, recordando el horror padecido por otras tantas personas.
Es imposible alcanzar a imaginar el sufrimiento que aquella época representó para millones de ciudadanos en Europa; pasear junto a una de esas piedras de la memoria debe servirnos para recordar lo que no puede volver a pasar, no olvidemos que tenemos una guerra a pocas horas de aquí. Precisamente, hoy se cumplen 44 años de aquella triste tarde del ¡quieto todo el mundo! que pronunció un miembro de la Guardia Civil, pistola en mano, desde la tribuna del Congreso de los Diputados, que terminó con el restablecimiento de la sensatez institucional y unos cuantos detenidos. Cuatro años más tarde España firmaba el Tratado de Adhesión a la Unión Europea, cumpliéndose el anhelo de formar parte del proyecto de construcción de un espacio de crecimiento económico y de derechos y libertades que nos ha traído hasta este tiempo convulso.
La preocupación en las calles ha subido como la espuma en las últimas semanas. El equilibrio económico en el que hemos vivido estos años se tambalea. De pronto nos hemos dado cuenta de que debemos aumentar el gasto en defensa, pero la unión de los países de nuestro entorno empieza a mostrar fisuras. Es como despertarse de un plácido sueño en medio de una tormenta; para colmo, un asteroide nos recuerda que no estamos solos en el universo.
Víctor nos lo dice en una de sus canciones: "Cómo voy a olvidarme, solo olvidan los bobos, que reescriben la historia, para borrarlo todo; cómo voy a olvidarme dónde pongo las sombras, solo quiero saber dónde están los que sobran".
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