Opinión
Palabras sin acción, vidas en suspenso
El impacto de la violencia de género en las familias
Este 8 de marzo celebraremos el Día Internacional de la Mujer en un mundo donde, a pesar de los avances, la violencia de género sigue siendo una realidad alarmante. En España, no hablaré de cifras: mientras exista una sola mujer que pierda la vida a manos de su pareja o expareja habremos fracasado como sociedad. Cada una de estas pérdidas es un recordatorio doloroso de la urgencia de abordar este problema desde su raíz.
La violencia de género no solo destruye vidas, sino que deja tras de sí un impacto profundo en las familias, especialmente en los hijos e hijas. La ley trata de protegerlos suspendiendo las visitas del padre acusado de violencia si existen indicios claros. Sin embargo, estas medidas no siempre van acompañadas de los recursos necesarios para reparar el daño emocional y familiar que esta violencia genera.
Como abogada, he sido testigo directo de las carencias del sistema judicial en la atención a las víctimas y sus familias. Los alarmantes retrasos en los procesos penales y en la elaboración de informes psicosociales son un obstáculo constante para garantizar una justicia efectiva. Estos retrasos no son simples números: son vidas en suspenso, mujeres y menores atrapados en un sistema que no responde con la rapidez ni con los recursos necesarios.
Un ejemplo que ilustra esta problemática es un caso iniciado en 2021 cuyo juicio no se celebrará hasta enero de 2026. Durante este tiempo, el denunciado lleva sin ver a sus hijos, lo que evidencia cómo estos retrasos pueden tener consecuencias devastadoras tanto para las víctimas como para las relaciones familiares. Además, la falta de equipos psicosociales suficientes alarga aún más los tiempos, dejando a muchas familias sin el apoyo necesario para superar estas situaciones traumáticas.
Quiero hacer pública una reivindicación que he conocido de primera mano a través de una sentencia dictada por el Juzgado de Primera Instancia número 9 de Oviedo el 26 de julio de 2024. En ella, la juzgadora señala que los Juzgados de Familia llevan tiempo demandando servicios específicos a la Consejería competente del Principado para reparar las relaciones familiares dañadas por la violencia. Sin embargo, estos recursos siguen sin estar disponibles. Esto obliga a muchas familias a recurrir a servicios privados que son inaccesibles para gran parte de la población.
Sin esta ayuda profesional –terapeutas, mediadores y programas especializados– es muy difícil reparar las relaciones familiares o ayudar a los menores a superar el miedo y el rechazo hacia sus progenitores. La falta de recursos perpetúa el daño emocional y social causado por la violencia. Es fundamental entender que la lucha contra la violencia de género no termina con una sentencia o una medida cautelar. Se necesita un plan integral que combine prevención, educación y apoyo continuo a las víctimas y sus familias. Este plan debe contar con la experiencia directa de quienes conocen mejor estas realidades: los operadores judiciales y los profesionales que trabajan día a día con las víctimas.
Pero estos pasos deben ir acompañados de recursos reales y acciones concretas. No podemos permitir que todo quede en palabras vacías o campañas publicitarias bienintencionadas pero insuficientes. La igualdad y la seguridad para las mujeres exigen compromiso real por parte de las instituciones.
En este Día Internacional de la Mujer, debemos recordar que necesitamos más que leyes. Necesitamos programas educativos desde edades tempranas que enseñen sobre igualdad, respeto y relaciones saludables; necesitamos más equipos psicosociales; necesitamos una justicia ágil y accesible para todas las mujeres.
El escritor Federico García Lorca escribió: "Nacer mujer es el mayor castigo". Hoy podemos mirar atrás y reconocer cuánto hemos avanzado gracias al esfuerzo colectivo. Pero también debemos mirar hacia adelante con determinación: aún queda mucho por hacer. Necesitamos más mujeres en puestos clave, igualdad salarial real y un reparto equitativo de las responsabilidades familiares. "La libertad no se mendiga, se conquista", dijo Clara Campoamor, una pionera incansable en la lucha por los derechos de las mujeres en España. Estas palabras nos recuerdan que cada paso cuenta y que el cambio requiere esfuerzo constante. Este 8-M debe ser un recordatorio no solo del camino recorrido, sino también del trabajo pendiente para construir un futuro más justo y seguro para todas las mujeres.
Que este Día Internacional de la Mujer sea algo más que un símbolo: sea acción, compromiso y recursos reales para erradicar la violencia y alcanzar la igualdad plena.
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