Opinión | el gasómetro

El día después

Ejemplos de cambio, a veces imperceptibles,liderados por mujeres para seguir luchando por la plena igualdad

Después del 8-M viene el 9-M y otros 364 días para lograr un pasito más en lo que es el gran objetivo del Día Internacional de la Mujer. Año tras año se producen avances que parecen insuficientes, y lo son, pero no perdamos la perspectiva, los más de diez millones de mujeres que hoy están activas en el mercado laboral son el resultado de muchas medidas políticas derivadas del empuje continuado de la mayoría de la sociedad. Atrás se queda mayo de 1975, momento a partir del que la mujer pudo abrir una cuenta bancaria sin el permiso de su marido, cosa impensable hoy, pero que no conviene olvidar, como tampoco se debe olvidar el consejo de una madre de entonces cuando le decía a su hija, nunca dependas económicamente de un hombre.

España lidera en Europa la incorporación de la mujer a puestos directivos de las empresas, lo que, además de representar un resultado positivo de la acción de toda la sociedad, supone un referente, eso que ahora se llama influencer, pero en la vida real, donde cada paso adelante lleva un enorme esfuerzo, donde nadie regala ni uno de esos miles de likes que tanto llenan de gozo, y de dinero, a los influenciadores de ese otro mundo irreal. Nos parece natural ver hoy en los parlamentos autonómicos y en el Congreso de los Diputados una presencia equilibrada de mujeres y hombres, pero en las Cortes elegidas en 1977 sólo eran seis senadoras y veintiún diputadas.

Los ejemplos de cambio liderados por mujeres en nuestro país son muy numerosos, a veces casi imperceptibles, pero de una eficacia social inmensa, como la campaña que lanzó en 1990 la Asociación Mujeres Jóvenes, con apoyo de los ministerios de Asuntos Sociales y Sanidad y Consumo, para impulsar el uso de preservativo en las relaciones sexuales; aquél “Póntelo, pónselo” cambió los hábitos de los jóvenes y contribuyó a contener la expansión de enfermedades tan dramáticas como el SIDA.

Por eso hoy, el día después del 8-M, hay que seguir recordando que no puede existir ley humana ni natural que discrimine a la mitad de la población, no sólo en el acceso a un puesto de trabajo remunerado o a un puesto directivo, sino también en el acceso a las actividades relacionadas con el desarrollo personal o profesional, fundamentales para la igualdad efectiva, en la casa y en el trabajo.

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