Opinión | crítica / Teatro

Un mundo infeliz

"El efecto" es una comedia distópica. O algo así. Hay pijamas blancos. Y muchas luces led de color blanco. En plan "La fundación", se me ocurre. O "Un mundo feliz", pero con juego con sorpresa y doble salto mortal incluidos. Nada es lo que parece y lo más importante de esa "nada" es el amor. ¿Somos los que creemos que somos o el objeto manipulado de los que nos rodean? Ahí está el dilema que plantea la escritora británica Lucy Prebble para su espectáculo, que se estrenó antes de anoche en Avilés, en el teatro Palacio Valdés –anoche hubo segunda función.

Lo malo de un dilema, sin embargo, es que no cause dilema alguno. Y eso le pasa a Lucy Prebble y su "Efecto". Y es una lástima. Porque el montaje cuya carrera comenzó antes de anoche en Avilés cuenta con un reparto de campanillas sumergido hasta el alma en las palabras de la inglesa, en su fábula hipermédica: cuatro actores bajo la batuta del quinto contendiente (Juan Carlos Fisher). Todos en un escenario de asepsia y de tristeza que se resbala como el teflón. Y eso es otra lástima. O sea, que no es por la producción. Que lo peor es el original, un texto que se estrenó en Londres hace unos quince años y que volvió otra vez a los escenarios hace solo un par. Teatro inglés como un capítulo de una teleserie de los cincuenta.

Lo mejor de esta comedia como una nave espacial está en Alicia Borrachero: su papel es el que le salió mejor a Prebble. Y se nota su preocupación para que se note esa evolución de la enfermera de "Alguien voló sobre el nido del cuco" a la mujer derribada de más adelante.

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