Opinión

Félix lobato

Aprendiz

El acercamiento, desde la humildad, a la poesía

Quiero resistirme a utilizar palabras manidas y que hasta parecen estar o haber estado de moda, como si de una tendencia de estilo se tratara. Me resisto pero a veces con una sola palabra se define muy bien un concepto, aunque vaya por delante que no me convence demasiado. La palabra en cuestión que me resulta inevitable es "iniciación". Quiero en la colaboración de este mes poner luces destacadas al aprendizaje, a la actitud de enfrentarse a algo de lo que sabemos poco o, mejor dicho, sabemos en teoría pero nos falta bagaje práctico, de manejarse en la arena. Debo dejar claro que lo abordo desde una posición de humildad, de expectativas y de tratar de ser lo más solvente posible, en cualquier campo: trabajo, superación o simplemente afición.

Siempre he creído en emular a los que saben, ya sea en mi profesión, en el deporte o en cualquier faceta cultural o de mera afición. Observar de los que saben y tienen experiencia, sobre todo si disfrutan de lo que hacen y saben transmitirlo. En el inicio de mi andadura profesional me fijaba en cómo razonaban los experimentados: lecturas de demandas de abogados buenos y experimentados que me tocaban enfrente, la lectura pormenorizada y reflexiva de sentencias, de jurisprudencia en general. Detenerme no tanto en el fondo sino en la forma de razonar, en la lógica de la profesión y en manejar los códigos de deducción y valoración de cada caso que pudieran aportarme herramientas genéricas para usar en los asuntos que pudieran llegarme.

Es aquí donde entra la palabra iniciación. La iniciación en algo, ya sea el ejercicio del Derecho, la práctica de un deporte, etc…. supone necesariamente humildad. Humildad porque somos ignorantes en el terreno en el que nos iniciamos, aún teniendo una formación teórica, incluso vasta y acreditada con un diploma de licenciado o, como ahora se dice, graduado, incluso con el plus de máster. Podemos tener un fondo teórico pero la dimensión total de conocimiento de un campo de la realidad, exige práctica, experiencia y ahí sólo puedes fijarte en los que ya manejan ese campo. Reitero que eso necesariamente pasa por la humildad, las ganas de aprender y ser muy observador. Cuidado, sólo me vale que quien enseñe lo haga desde la generosidad, no me vale quien desprecia o pretende impresionar o apabullar, no estará a la altura de quien queriendo aprender demuestre humildad y dotes de observación, así como afán de superación.

Algo tan básico como lo que acabo de contar es rara avis en nuestro tiempo. Tampoco quiero ser apocalíptico, en mi época existían tipos y tipas que apabullaban, despreciaban y actuaban de forma sobrada y, por ello, carentes de justificación. Pero actualmente se adolece en la iniciación de la actitud precisa para un buen aprendizaje. Hablo con conocimiento porque he enseñado y veo que falta actitud, que falta humildad y, por tanto, sobra soberbia. No sé si son los métodos del sistema universitario actual, pero tanto a nivel de prácticas como en el día a día de mi profesión, el neófito carece de sencillez y se lanza como si estuviera de vuelta de todo, no hay observación ni tampoco respeto, el grado y el máster son habilitación para ya creerse que todo se sabe y no es así. Ya ni quiero hablar de los "merecimientos retributivos". Son los tiempos.

Reivindico al aprendiz como lo he definido en mis anteriores líneas. También desde una maestría que si bien exigente y dura, sea generosa y respetuosa.

Enlazo todo lo anterior porque el Día de la Poesía me ha hecho reflexionar sobre mi simple condición de aprendiz en relación con esa expresión artística. Uno ha estudiado en su momento el Poema del Mio Cid, la métrica, etc., pero reconozco que en mi curiosidad siempre ha predominado la prosa. En poesía soy el más ignorante de los aprendices y me guío por lo que gente con más sensibilidad en ese aspecto que yo, con su entusiasmo y pasión por la rima, me enseñan. Gracias Juan, compañero de colaboración, porque como ya he dicho en otras ocasiones, de aquella entrevista que compartimos y de tu lectura, me compré el Romancero Gitano y cada vez que Juan o alguien apasionado de la poesía lee o refiere algo, tiene toda mi curiosidad. Sin tener ni idea y con mi único bagaje de prosa, sois mis maestros en poesía.

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