Opinión

Luis López

Caminar hacia Cristo

El mensaje de esperanza de la Semana Santa

Es conocida la historia de aquel filósofo alemán que buscando paz, silencio para estudiar, consiguió un apartamento pegado a un convento de monjas. Allí estaba convencido de encontrar, por fin, un oasis de tranquilidad para seguir investigando.

Y desde luego silencio encontró. Y mucho. Pero algo le desconcertó desde el primer día y no era otra cosa que el recreo que las monjas disfrutaban en el patio.

Reían, cantaban, jugaban. Las risas eran enormes y contagiosas y nuestro buen filósofo estaba desconcertado. Pero ¿de qué se ríen si viven ahí encerradas? ¿Cómo son tan felices siendo pobres, sin lujos, sin salir a comer o cenar, sin irse de vacaciones? ¿Cómo estar tan alegres si su destino era estar ahí un día tras otro? Y silencio encontró pero a la hora del recreo la felicidad, la alegría saltaban los muros del convento y se extendía alrededor.

Nos encontramos de nuevo en Semana Santa. Semana de camino detrás del Nazareno. Recordamos su condena a muerte, lo vemos cargado con la cruz, ajusticiado en el madero en una soledad desgarradora. Es el fracaso absoluto. Una misión, un mensaje que queda clavado en la cruz. Y cuando todo parece que ha terminado escuchamos, como nuestro amigo filósofo, la alegría, risas, la emoción... ¿pero de qué alegrarse si todo acaba en una cruz? ¿ cómo reír si la muerte puso el punto final? Y aquí nos encontramos con la decisión de nuestra vida. Participar de la

Resurrección o pensar que todo terminó. Los cristianos sabemos de quien nos hemos fiado. Así que no hay punto final en la cruz, y cantaremos, reiremos, celebraremos fiesta porque no hay cruz, ni cruces en el mundo, que nos separen de nuestro destino. Y estaremos alegres porque no estamos abandonados a nuestra suerte en este mundo, porque no vamos camino de la nada o de la incertidumbre.

No vinimos a este mundo por casualidad. Somos fruto del amor de Dios y por eso en este mundo, no sobra nadie, en este mundo hay sitio para todos. Por ello vamos caminando hacia Cristo, hasta recibir de él un abrazo eterno.

Habrá cruces, habrá momentos tremendamente difíciles. Incluso, cuando la tristeza llene el corazón, podremos llegar a pensar que todo terminó, que no hay esperanza posible pero entonces sentiremos la alegría de aquellas monjas que nos volverán a recordar que el futuro no lo escribe ni el dolor, ni el opresor, ni el que ataca a quien no puede o no sabe defenderse, ni la falta de salidas.... El futuro lo escribirá el Amor, y Dios es Amor.

Semana Santa. Semana de la Alegría.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents