Opinión

La libertad contenida no es libertad

De entre los capítulos del libro de cabecera español por excelencia, Don Quijote de la Mancha, es raro que uno no saque aprendizaje o advertencia, aplicable siempre a cada día de nuestra vida. Por lo menos a un servidor, le pasa y por eso hoy lo comparte.

Últimamente, preocupado quien escribe (más de lo recomendado) por lo que en su entorno acontece, recuerda, busca y literalmente transcribe, algo que en su momento leyó de tan tremendo e instructor libro, de plena vigencia y aplicación en la época en que vivimos y que sea por los siglos de los siglos.

Recién celebrado el día mundial de la poesía este pasado 21 de marzo, recordarán algunos de ustedes que en los dípticos que se entregaron en los hospitales este año, desde "Asturias Capital Mundial de la Poesía", se extractó del Quijote parte de una reflexión que el hidalgo caballero hace a su fiel escudero.

Esta es la reflexión completa (que no la del díptico) entre ambos personajes. Abro comillas: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida (hasta aquí el texto del díptico) y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres; ……venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro, que al mismo cielo". Cierro comillas.

Parece mentira que en los tiempos que vivimos, andemos preocupados por nuestras libertades individuales y algunos sean incapaces de apreciar la libertad como la soberanía que cualquier persona ostenta para decidir sobre su vida, sin vetos, sin presiones, sin condicionamientos, sin recompensas, únicamente mediatizada (la libertad me refiero por supuesto) por su inteligencia y su voluntad.

Como en otras ocasiones, les invito en este momento a hacer el consiguiente acto de introspección y reconocimiento de nuestros entornos respectivos, y con aquella sinceridad que debiera de definirnos, respondernos.

No debemos dejarnos arrancar ese preciado bien que es consustancial a nuestro ser, hasta aventurar nuestra vida en ello como nos recomienda el Caballero de la triste figura en el fragmento del Quijote que acabamos aquí de reflejar.

Es increíble ver y asistir con incomprensible connivencia –en cualquier segmento en el que nos situemos, local, regional, nacional o mundial– cómo cualquier imbécil trata de imponer su sin razón y todos sigamos tan calladitos. No quiero ser catastrófico; trato bien al contrario de ser tremendamente realista; pero ¿de verdad somos conscientes de la que tenemos encima? Decía el novelista francés Honoré de Balzac, que "un imbécil que no tiene más que una idea en la cabeza, es más fuerte que una persona con talento, que tiene millares".

El nuevo "orden mundial" que parece ser nos obligan a vivir sin más dilación en estos tiempos, requiere –por parte de los gobernados bajo esas directrices– contundencia en todos los órdenes; en repuestas de palabra, en respuestas de obra, hasta en objeción de conciencia y en otras materias, al grito de: ¡"Libertad; basta ya"!

Los mediocres están haciendo de todos nosotros auténticos harapos. La prueba evidente es todo aquello que estamos viendo y consintiendo con total impunidad por parte de sus protagonistas, como es el caso –por ejemplo– del fiscal general del Estado; presidente de gobierno y entornos familiares; exministros involucrados en turbios asuntos; incumplimientos constantes de la Constitución española sin la consiguiente reprobación legal y ulterior castigo; la ausencia de sindicatos que defiendan verdadera y definitivamente los derechos de los trabajadores; la implantación del miedo en algunos aspectos o ámbitos. Y es que hoy en día, disfrutar de una total libertad lleva implícito eso, acarrear a hombros una amenaza persistente como es el miedo a cualquier tipo de represalia que contra uno se pudiera tomar y eso convendrán conmigo, que no es libertad. La libertad contenida, nunca es libertad.

Ya ven estos días -por otra parte- como el proteccionismo llevado a sus límites más imprevisibles, es posible que también llegue a influir sobre la libertad, como así lo atestiguan estas jornadas atrás las Bolsas de todo el mundo. Nunca la globalización –mientras tanto– pudo haber llegado a estar tan amenazada. Tenemos experiencia los españoles en esto de llevar las cosas a los extremos, y bien sabemos los que en algún momento las pudimos padecer, que en ningún caso va a ser bueno para la comunidad. Así que esperemos que estas extremas decisiones de última hora de la administración americana, no compliquen más el mundo de lo que lo está en estos momentos.

Entretanto, ha comenzado la primavera. La poesía precisamente le dio paso este 21 de marzo pasado. Mi amigo y compañero de sección Félix Lobato y yo, hemos cumplido –otra vez– "Cada treinta días".

La Santina de Covadonga allí sigue –en la Santa Cueva– vigilante, callada, rutilante. Y nosotros aquí –a su amparo– le pedimos por nuestra Nación y por todo el mundo y que nos mantenga lejos de decisiones políticas perversas y personalistas para poder llevar a cabo un buen gobierno, lejos –consecuentemente– de imbéciles y cretinos, que las ejecuten.

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