Opinión

El ascenso es un premio, pero el objetivo es hacer equipo

La oportunidad del salto de categoría del Avilés para que la ciudad encuentre también en el deporte una marca de identidad

Decía un veterano director deportivo de un club tras el ascenso de su equipo a Primera División que la reconstrucción para convertirse en un grupo "competitivo" pasaba no solo por llegar a la máxima categoría, sino que al acabar la competición cada domingo, el equipo se sintiera satisfecho de los colores que defiende. Él, y quienes lo apoyaban. Algo así se plantea en estas semanas del play-off para el Real Avilés. El mayor éxito para el equipo de la ciudad no será, en cualquier caso, el salto de categoría, sino lograr que la gente vea que el equipo lo da todo. No solo consiste en estar más cerca de ganar que de perder muchos partidos sino que ese hipotético ascenso –casi garantizado para algunos– pasaría también por la posibilidad de reorientar el área deportiva en un momento complicado con posibilidades grandes de mejorar y aportar el perfil de lo que al equipo en su conjunto le gustaría hacer. Es decir, que el ascenso a Primera Federación no sea la máxima prioridad.

Lo más difícil tras el salto de categoría es que el entorno, la afición y el club sepan convivir con ello. En estas tres semanas de play-off en las que el equipo se debate entre estar en la final o fuera de la competición, la plantilla vive en continuos vaivenes que son difíciles de llevar. La clave es que los de dentro, entrenadores y jugadores, convivan con esa dinámica, pero lo más difícil es que el entorno sepa llevar esa situación. Lograr el objetivo final del ascenso es importante, pero mantener vivo el espíritu de la ciudad con su equipo, como se ve estos días en edificios públicos y escaparates de todo tipo de negocios, será el mayor éxito para el Avilés y para Avilés.

No es justo pedir a la afición después de lo que ha pasado estos años, casi décadas, que tenga calma y paciencia en ese proceso. Hay que formar un equipo nuevo, no en lo deportivo, sino a nivel del espíritu de ciudad volcada con su equipo y eso supone tiempo. El objetivo ha de ser siempre volver a hacer un grupo competitivo y que ilusione a la gente. No hay ninguna pócima, sino todos la comprarían.

Un ascenso no es una revolución sino un cambio. Cambia el perfil deportivo del club, cambia la categoría en la que juega, cambiarán las caras, cambiarán los nombres, cambiará el trabajo del día a día... Van a cambiar muchas cosas si sucede, como espera la cantera, como espera la afición y como espera toda la ciudad en este momento. Pero en el instante siguiente a ese cambio, han de estar todos preparados para que en lo económico, en lo deportivo y en las relaciones institucionales con el club también arranque una etapa nueva.

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