Opinión
La plaza ayer y hoy
Nuevos negocios alrededor de un espacio de calidad
Comencé la semana con tal desorden horario que, pasadas las tres y media de la tarde, necesitaba encontrar un lugar donde comer en poco tiempo. Al pasar por delante del arco de acceso a La Plaza en la Calle de la Cámara recordé que en los últimos meses se han instalado varios establecimientos de hostelería en el propio mercado. Allí me fui sin pensar más opciones. Doble acierto, primero porque me permitió resolver el problema en poco tiempo y, en segundo lugar, por la calidad de la oferta y el cuidadoso trato del personal que nos atendió.
Así es La Plaza hoy, un espacio donde se mantiene un mercado de gran calidad en sus productos que conserva la atención personalizada de siempre, donde los nuevos negocios de hostelería han enriquecido su oferta sin perder el carácter de mercado. La guinda de este pastel la pone la instalación de taquillas para recoger los productos comprados en el mercado web que ha puesto en marcha el Ayuntamiento con un buen número de comercios.
La Plaza es uno de los lugares más singulares de Avilés. El rectángulo perfecto cuya fachada exterior delata su origen de finales del Siglo XIX, se convierte en su interior en un amplio espacio rodeado de un soportal continuo que gana adeptos cada semana, con una oferta de ocio variada en un entorno tranquilo, aislado del ruido, de la lluvia y del viento capaz de albergar una animada tertulia de mediodía con los juegos de los más pequeños.
La Plaza del Mercado ocupa el espacio de transición entre el barrio de Sabugo y la antigua Villa amurallada; como en ese tránsito urbano también ha transitado por la historia adaptándose a los tiempos y, sobre todo, al paisanaje. El Mercado, antiguo Mercado Franco semanal datado de la época de los Reyes Católicos, nunca ha perdido su carácter transversal en el que personas pudientes y menos pudientes han compartido la espera ante el mostrador para llevarse a casa el pescado, la carne o la fruta de la mejor calidad, servida por el vendedor de siempre, el que conoce los gustos de cada uno y hasta te atiende por tu nombre.
Ahora que llegan las temperaturas más altas y retroceden las lluvias mientras crece el número de visitantes, La Plaza será un hervidero acogedor de visita obligada, para los foráneos y también para los lugareños, que no defraudará.
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