Oviedo, E. URQUIOLA

«... Y toda mi ilusión por aquel tiempo estribaba en confundirme con los muchachos de la ciudad y carecer de un pueblo...». Con esta cita de Miguel Delibes y con otra de Gabriel García Márquez, Celso Peyroux, cronista de Teverga y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA, comenzó su charla-coloquio «Toda mi ilusión por aquel tiempo (cuarenta años de periodismo rural)», en la que relató vivencias, recuerdos y escritos de su amplia y fructífera labor periodística.

Peyroux reveló que el 5 de mayo es una fecha que «tiene algo de mágico para mis circunstancias», ya que, además de la publicación de su primer reportaje «Teverga: Los "vigías" de Fresnedo, gran motivo turístico», en 1968, el mismo día, pero dos años más tarde, se publicaron sus investigaciones sobre las minas de su concejo y «siete años después, el mismo día, nace, para mi dicha, mi hija Bárbara», expresó.

El público asistente al acto, celebrado en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, pudo ver los cien artículos y reportajes más representativos del periodista rural, colocados sobre murales en la sala, plasmando el trabajo de toda una vida.

Peyroux emigró a Francia con 17 años, en 1962, y allí trabajó como vendimiador, obrero, tractorista, empleado de una fábrica y recepcionista, al tiempo que realizó estudios superiores en Burdeos, Toulouse y Poitiers. Seis años después vuelve a su tierra con ilusión, vigor y nuevos horizontes, pero también con un bagaje cultural y el conocimiento de los exiliados de la guerra civil. «Fueron momentos cruciales en mi vida, que empezaron a marcar los valores espirituales que hoy puedo tener». Peyroux rememoró la elaboración y publicación de su primer reportaje, en el que narró cómo «la gente no daba crédito a que el fío de Celso, el albañil, y Angelina pudiese haber escrito aquello», manifestó.

El cronista de Teverga expuso diferentes momentos de su vida que le llevaron a ser corresponsal y a publicar, hasta el día de hoy, veinte libros sobre el concejo de Teverga y casi siete mil trabajos periodísticos, entre los que destacó cuando el Rey fue a cazar a Teverga, las aventuras del minero José Aleluya, el naufragio del «Malaye» y la columna de «Los últimos druidas», su actual espacio de opinión en LA NUEVA ESPAÑA, que escribió desde Nueva York en el año 2006.

En el coloquio también participaron Evelio González Palacio, subdirector de LA NUEVA ESPAÑA; Juan Luis Rodríguez-Vigil, abogado y escritor; Francisco Javier García Valledor, diputado de la Junta General; Ismael González Arias, escritor y director de la Casa de Cultura de Mieres, y Ana Rosa Migoya, consejera de Cultura del Principado.

Al inicio de su intervención, González Palacio leyó el primer párrafo del reportaje que Peyroux escribió para este periódico, que fue, dijo, el «conjuro iniciático de Celso, pues desde aquel día no ha hecho otra cosa que ser un vigía de la actualidad ahí donde su curiosidad le ha llevado». Explicó que Peyroux mantuvo desde siempre la dualidad de ser universal en sus intereses, «un ciudadano del mundo», y, por otra parte, tener como patria «literaria y real» su concejo. «Nunca se permitió hacia él una infidelidad».

Evelio G. Palacio destacó que los corresponsales son «el alma de los periódicos» y aseguró, sobre Peyroux: «Aquí tienen a uno de sus profetas».

Por su parte, Rodríguez-Vigil afirmó que Celso Peyroux tiene la virtud de sacar lo mejor de Teverga y ponerlo ante los ojos de los asturianos de forma continua. «A través de sus reportajes ha quedado el reflejo de todo lo que verdaderamente ha sido relevante en el concejo a lo largo de 40 años», afirmó el abogado y escritor. «Más que un periodista, es una de esas pocas personas que siguen siendo identificadas por su humanismo. Hombre del Renacimiento, inquieto, y en búsqueda permanente del conocimiento y la verdad», expresó García Valledor. Por su parte, Migoya manifestó que Peyroux se ha distinguido por «luchar» para mejorar la realidad. «Un combatiente contra la desigualdad y la injusticia por medio de la palabra».