Oviedo, Antonio LORCA

El San Juan La Carisa es un pequeño, un modesto con mucha solera, muy enraizado en el barrio y que sobrevive gracias al trabajo y esfuerzo, entre otros, de su presidenta, Maria Luisa Urbaneja. Esta temporada el club ovetense tiene cinco equipos en categorías inferiores: dos prebenjamines, un benjamín, un alevín y un juvenil. Todos ellos en Tercera regional.

Los mayores, los juveniles, han ido mejorando a lo largo de la temporada: «empezó mal la cosa pero se hicieron unos fichajes y están dando el fruto que esperábamos y han mejorado los resultados. Es un equipo con una gran proyección, casi todos son de primer año y esperamos que en el futuro puedan subir de categoría», explica Urbaneja. La plantilla más corta del club es la del equipo alevín. «Al principio se nos fueron algunos jugadores por miedo a que no saliera el equipo pero al final salimos y los chavales van mejorando día a día. Tienen diez años y es la primera vez que juegan en campo», dice con confianza la presidenta del club.

El equipo benjamín y los prebenjamines llegan del Colegio Público La Corredoria II. «Ahora compartimos los chavales con el Covadonga, hace tres años venían todos a nuestro equipo y de esa época nos llegaron muchos jugadores», asegura Urbaneja. Pero si hay dos equipos queridos en el San Juan estos son los de prebenajmines, «venían entrenando sin poder competir», dice la presidenta, que no puede evitar su debilidad por los más pequeños: el futuro del San Juan.

«Tenemos mucha esperanza en el prebenjamin B . Son un equipo genial, donde todos colaboran y están muy unidos. Los padres están muy implicados y todo el mundo va a verlos en los partidos. Esperamos muchos de ellos en el futuro», confiesa la presidente de un club que se fundó en 1988.

«Este club se fundó con gente del barrio de La Carisa principalmente. Antes no había más equipos de fútbol. Todo cambio a partir del 99, cuando se hizo el Díaz Vega. Fue una gran cosa y un respiro. Gracias a eso ahora afortunadamente gozamos de unas instalaciones fenomenales y de manera gratuita», explica Urbaneja.

Y es que un club como este vive de las cuotas que pagan los padres, «de la lotería de Navidad, de poner carteles en el campo, de rifas». Pero sobre todo el club subsiste por el trabajo de la que se considera «cabeza visible», Maria Luisa Urbaneja, que responde al teléfono ya de noche, después de haber pasado la tarde en el campo y a la que aún le queda por delante mucha ropa que lavar, «la de los pequeños la lavan los padres pero la otra, bueno, hay que hacerlo», dice sin darle mayor importancia al asunto.

Y es que Urbaneja se ha acostumbrado al ajetreo de llevar el club, algo que lleva haciendo desde hace 25 años. «Hace tres años, cuando enviudé, estuve a punto de dejarlo; pero todo el mundo me decía, ahora, después de todo lo que has conseguido, ni se te ocurra dejarlo. Y no me arrepiento de haber continuado», explica.