Avilés, Vicky FUERTES

Para este ejecutivo avilesino de 32 años, el paracaidismo es la mejor vía de escape a todo el estrés acumulado después de una intensa jornada de trabajo. Patricio Arias es un deportista nato. Antes de probar con el paracaidismo, practicó escalada, tenis e, incluso, fútbol. Sin embargo, su pasión por dejarse caer a una velocidad endiablada desde un avión a cuatro kilómetros de altitud le hace ser miembro fundador del Viento Zero gijonés, primer y único club de paracaidismo de Asturias fundado en 2007. Con esta idea pionera, los miembros de Viento Zero pretenden popularizar y fomentar la práctica de este apasionante deporte. Aunque pueda parecer peligroso, para Patricio Arias volar como lo haría Superman supone un modo diferente de afrontar nuevos retos.

-¿Qué es lo que impulsa a alguien como usted a lanzarse desde un avión?

-Después de una dura semana de trabajo, el cuerpo te pide olvidarte de todo. Hace meses estaba buscando hacer algo realmente emocionante y se me ocurrió la idea del paracaidismo. Me dediqué a buscar información por internet y cuando me di cuenta ya estaba haciendo el curso de caída libre.

-¿Desde qué altura salta?

-Normalmente el avión sube a 4.000 metros y el paracaídas se suele abrir a 1.000 metros de altura. Entre uno y otro transcurre casi un minuto, en el que se alcanzan velocidades de más de 200 kilómetros por hora.

-Pero el paracaidismo es un deporte de alto riesgo, ¿no tiene miedo a que no se abra el paracaídas?

-Por supuesto que no. Confío y conozco mi equipo. El paracaídas es una pieza de alta tecnología que utiliza los mismos principios aerodinámicos que los aviones. Las estadísticas ya lo demuestran, el riesgo de accidentes es casi inexistente. Toda la comunidad paracaidista está extremadamente concienciada con la seguridad. Cuando le digo a mi madre que me voy a saltar, ella siempre me dice que tenga cuidado en la carretera.

-Para los que desconocen esta práctica, ¿cómo convencería a la gente para que se animen a practicarlo?

-Simplemente probándolo. He convencido a muchos de mis amigos y han quedado encantados con la experiencia. La primera aproximación a este deporte es mediante un salto en tándem con un instructor para el que no se requiere ningún tipo de preparación. Además, el paracaidismo es el único deporte para el que no se requiere estar en forma, porque la gravedad juega a tu favor.

-¿Qué es lo que más le gusta de este deporte?

-Existen múltiples factores que hacen del paracaidismo un deporte único. El conjunto de sensaciones que se experimenta antes, durante y después de cada salto, los recuerdos que se traen de vuelta a casa, pero sobre todo el ambiente que se respira después de cada jornada, y el que los más experimentados paracaidistas, con más de quince mil saltos, beban cerveza con principiantes que acaban de empezar ese mismo día es lo que hace de esto algo realmente especial.

-Usted es miembro del Club de Paracaidismo Viento Zero, ¿cómo y con qué fin surge esta idea?

-Estando en Lillo (Toledo), nuestra zona de saltos habitual, coincidí con un grupo de asturianos y de ahí surgió la idea de organizar viajes y actividades relacionadas con el paracaidismo. Además Viento Zero es el primer club de este deporte en Asturias.

-En Asturias no existe zona de saltos, ¿dónde se ejercitan habitualmente?

-En España hay varias zonas de saltos. Nuestra zona habitual es Lillo, pero tenemos planificadas visitas a otras zonas tanto de España como del extranjero. Es una lástima que no tengamos una zona más próxima para saltar, aunque también es cierto que a cualquier lugar de España a la que nos desplazamos la gente se porta muy bien con nosotros. Nos suelen acoger bastante bien.

-¿Cree que la creación del Viento Zero contribuirá a fomentar la práctica de este deporte en Asturias?

-Está claro que el paracaidismo es un deporte minoritario no sólo en Asturias sino en toda España. Cualquier actividad que fomente la práctica del paracaidismo, como la que ponemos en marcha en el Viento Zero, espero que contribuya a aumentar el número de adeptos.

-Usted no tendrá vértigo, ¿verdad?

-No, vértigo no tengo, pero sí el mismo miedo a las alturas que tiene todo el mundo. Cuando se abre la puerta del avión y se enciende la luz verde indicando que ya puedes saltar, es inevitable sentir cómo se te acelera el corazón. A pesar de todo, una vez superado el miedo, la experiencia realmente merece la pena.