Oviedo, Víctor GUERRA

El concejo de Castrillón cada año es una referencia gracias a la ruta de Los Marineros; una actividad que desde hace diez años el Grupo Deportivo Grumar, con la entusiasta dirección de Emilio García, pone en pie reuniendo bajo el paraguas de la cohabitación a senderistas y ciclomontañeros, que se desparraman por los territorios de Castrillón, Pravia y Muros para disfrutar todos juntos y una vez al año de su actividad favorita en unos parajes increíbles.

Todos los años traigo hasta estas páginas el relato de mi participación a toro pasado; hoy, gracias a la amabilidad de Emilio García, que nos ha permitido rodar unas semanas antes para poder comprobar la dureza y belleza de esta ruta.

La tendencia en la rutas, como ya vengo recordando de antiguo, es que sean duras y largas. A esta demanda no se escapa Grumar, pero Emilio ha sabido darle una vuelta de tuerca a la logística y, sin perder esas referencias, ha logrado que la décima edición de la ruta de Los Marineros se adapte a las necesidades de muchos, incluidas, cómo no, las familias. A medida que vaya relatando la ruta se darán cuenta de ello.

La ruta parte, como siempre, del polideportivo de Castrillón, situado en medio de Piedras Blancas. En esta ocasión la ruta se adelanta casi una hora: se sale a 10.30 horas, pues de otra manera igual se termina con candil. Piedras Blancas disfrutará poco de la presencia del largo pelotón de ciclomontañeros, que nos vamos rumbo Oeste para doblar por encima de la gasolinera en dirección a Valboniel; tras pasar el puente bajo el ferrocarril se dobla a la derecha en fuerte rampa, dejando los firmes de tierra para pasar al kilómetro 1,4 por encima de la carretera nacional 630 y de la autopista.

Entroncamos con la carretera de La Braña siguiendo el eje asfaltado y dejando los ramales que van a Lodares para virar en lo alto hasta Cuarés, frente a la gran nave industrial de Pasek a los 3, 6 kilómetros; ahí se gira a la derecha siguiendo las señales de PR 49, ruta del Agua, dirección a La Ferrería. Descenso bonito; a los 4,8 kilómetros antes de llegar a una casa solitaria nos vamos por las marcas del PR y entroncamos con la carretera para de nuevo virar con las señales del PR como indicativo de la dirección a seguir.

A los 5,8 kilómetros no cruzamos el canal y seguimos por la izquierda en paralelo a Este; teniendo la carretera por linde, rodando en medio del barrizal, abandonamos el camino para virar a la derecha, huyendo de la gran subida, y seguimos por la ruta del Agua hasta tomar un sendero en bajada en la zona de un puente con barandilla azul. Desfilamos tanto los Asturcones como los de Castrillón Duatlón, que hacen de guías de la ruta, hacia la carretera, pasando por debajo del puente y yendo hacia La Ferrería, con su bello palacio.

Se sube por la carretera SB-1 hacia Cuevas; un poco antes, en el p. k., 9,8 de nuestra etapa, se dobla hacia la izquierda para pasar un buen rato por el arroyo de Faedo. Como éste viene lleno de agua, tomamos una alternativa que sube hacia Cuevas, enlazando con el alto del Pedrisco, un transporte corto pero duro con la bici al hombro. En el alto viramos a la derecha para tomar a los pocos metros un camino a la izquierda que nos baja primero a La Barrera (Riberas), para seguir hasta la zona del cementerio, donde se colocará un avituallamiento líquido. Luego se sigue hacia Ucedo, tras lo cual buscamos la carretera SB-2, por la que se asciende durante unos 500 metros, tomando un desvío a la derecha pasando por los caseríos de Carrocedo y el Castro, donde concluye la ruta del Agua.

La ruta se va haciendo larga y dura. Se desciende hacia Doña Palla tras rodear el prau Santianes y desembocar en lavadero de Peñaullán, con unos 17 kilómetros de ruta. Cruzamos la carretera y nos vamos por las amplias pistas que van por la vega de Peñaullán; viramos a la altura del Tayón para desembocar de nuevo en la carretera AS-16, yendo a buscar el puente sobre el río Nalón. Se dejan un par de rotondas atrás para entrar en Pravia a la altura del taller de la Renault, se tuerce hacia el matadero y, cruzando el río Aranguín, se llega a la zona de Agones de Pravia.

En Agones, con 21 kilómetros de trayecto, el grupo Grumar da por concluida la primera parte de la ruta, por lo que tiene prevista una logística para que aquellos que vean cumplidas sus expectativas puedan dejar tranquilamente, tanto ellos como sus bicicletas, la ruta de Los Marineros, sin ningún problema ni sentimiento de abandono, pues llegar hasta aquí es toda una batalla.

Para los que desean más adrenalina, la siguiente etapa ya tiene un cariz distinto. Abandonamos los viejos y estrechos senderos para entrar en las pistas forestales de amplio firme y trazado, aunque los desniveles también se van a elevar bastante.

Tras dejar atrás el complejo polideportivo de Agones seguimos las indicaciones de la ruta de Los Marineros, que se ha señalizado tal que así, para afrontar la subida al Picu Cuetu, bordeando éste y el monte de la Veiga; esta subida se hace llevadera, pues no tiene excesivos repechos, aunque la cuesta es mantenida y ello empieza a pasar factura a los compañeros de Castrillón, más acostumbrados a las cortas pero intensas rutas que a estos rallies duros y peleones.

Se llega a Los Llanos y se va ya directamente hacia a Ocea, siguiendo el camino que indica la ruta de Los Marineros o de las Pixuetas. En Ocea, con una subida tremenda para unas dolidas piernas, se sigue ruta por la pista que bordea El Molar por la derecha, teniendo como referencia a la derecha las antenas del monte Santa Catalina. En el descenso hacia la carretera de La Fallona (AS-224), a toda pastilla, en la trifurcación de arriba tomamos el camino situado más a la izquierda, dejando otro ramal en la misma mano y yéndonos por la izquierda para descender en varios zigzags hasta la citada carretera.

Nuestros guías, por varias y diversas razones (averías, prisa y hasta cansancio), deciden abandonar la ruta por carretera; el grupeto de Toyos, Poldo -con sus casi 60 años-, el bravo Morcín -que desbrava al personal a golpe de piñón- y el que suscribe seguimos ruta, para lo cual, tras subir unos metros por asfalto, nos desviamos a la derecha para tomar una amplia pista, en un principio llana y que luego presenta su cara más amarga, con duros repechos coronando ya por asfalto el área recreativa de Monteagudo.

El panorama es impresionante, con los meandros del Nalón culebreando por la amplia vega para entregarse entre Muros y la Arena al mar Cantábrico, tras un complejo recorrido de sur a norte de la región.

Tras el descanso ahora nos toca bajar por el lado norteño del Monteagudo, buscando su cara más amable de la bajada en pos del fondo del valle para subir hacia el caserío del Pontigo, con un fuerte repecho que nos deja «guapos».

Ahora la dulce y corta bajada nos permite relajar las fatigadas piernas y entrar en Era para tomar, por el Camino de Santiago, la glorieta que nos facilita entrar en San Esteban, tras cruzar la carretera nacional y donde de nuevo la organización tiene previsto que se finalice este segundo tramo de esta dura ruta de Los Marineros.

Luego quedará pasar la ría en barca y desfilar por el Camino de Santiago hacia Piedras Blancas por Santiago del Monte, pero eso ya es otro cantar. Nosotros, en San Esteban, con casi 55 kilómetros de ruta y casi seis horas de recorrido, damos por finalizado el recorrido.

Para más información sobre la ruta (puesto que hay modificaciones horarias y de recorrido), así como para realizar las inscripciones y obtener los tracks de las etapas, se deben dirigir a la página web de Grumar: http://www.grumar.org.